sábado, 28 de agosto de 2021

Puigcerdà 2021

 


Echando el telón a este mes de agosto del año 2 de la era Covid, y a la espera de lo que pueda regurgitarnos por las fauces el imprevisible futuro que se avecina. Todavía no había colgado nada por aquí sobre la escapada vacacional de esta temporada (del 10 al 17 de agosto), que, casualidades de la vida, coincidió con una ola de calor en toda la península ibérica (puto cambio climático), bendita suerte la nuestra porque allá arriba la cosa se hizo más soportable, mantas nocturnas en verano no –como según los parroquianos suele ser habitual- pero la sabanita fue imprescindible para conciliar el sueño: suficiente.

Puigcerdà (Girona) es la capital de la comarca de la Cerdanya, tiene una población de 9486 habitantes según censo de 2020 y se encuentra situada en un entorno privilegiado rodeada de montañas por los cuatro costados. Fronteriza con Francia: apenas un kilómetro paseando hasta Bourg-Madame (por aquí escaparon muchos republicanos del pequeño dictador durante la Guerra Civil), tres kilómetros hasta Ur, o seis kilómetros hasta Llivia (no se pierdan esta hermosa localidad catalana en territorio francés). Todas estas excursiones me parecen muy recomendables para gente a la que le vaya el rollo del senderismo light. Aquí, que ya hemos tenido la suerte de darle duro al trekking de alto nivel, ahora que nos vamos haciendo mayores se agradecen mucho este tipo de rutas tan fáciles de transitar.

Además de los sitios de interés que ofrece la propia población (L’Estany, mismamente), recomendaría las visitas o poblaciones cercanas como Bolvir o Bellver de Cerdanya (ya en la provincia de Lleida a unos 30km de Puigcerdà), cargadas de historia (véase El Tratado de losPirineos).

Siete días, siete noches. Un plan ‘sencillo’. Mañanas en ruta caminando tempranito paquí-pallá y tardes de piscina leyendo en el hotel refugiados en esa sombra que, válgame dios, nadie quería (mirando como la peña se achicharraba en sus tumbonas al sol, ¡que manía, oigan, ya se lo regalo!).

LO MEJOR: El fácil acceso desde Barcelona: 150 kilómetros aprox. con dos vías posibles (C-17 hasta Ripoll-Puigcerdà por Collada de Toses/Ribes deFreser, duro para el coche pero impresionante para la vista, créanme, o vía Manresa-Túnel del Cadí, aquí te soplan 12 pavos por lo oscuro o 30 si vas de señorito de autopista de punta a punta). La oferta gastronómica (Buah! Tienden a clavar en el centro, aunque la calidad es brutal, pero si bajan hacia el polígono industrial descubrirán que por cuatro euros se ponen como el Kiko, increíble pero cierto). Las arrolladoras vistas a los cuatro puntos cardinales, eso no tiene precio.

LO PEOR: Desde la parte baja hasta el centro ciudad hay un desnivel brutal, existe un cremallera y un ascensor para subir pero las instalaciones dan pena (con cosas como esta me temo que no podremos organizar la Olimpiada de Invierno Barcelona-Pirineus). El tráfico infernal: sorprendente la cantidad de vehículos que circulan por la población, gente de 2ª residencia de los pueblecitos cercanos que bajan a Puigcerdà, peña que se motoriza para salvar el desnivel antes mencionado para conectar la parte alta con la parte baja del pueblo… y legiones de franceses que pasan la frontera para comprar tabaco (hay más estancos que bares, uf!).


Foto: femturisme.cat


jueves, 26 de agosto de 2021

L’underground i la contracultura a la Catalunya dels 70: un reconeixement

 


Esta mañana, por fin, hemos podido disfrutar de esta maravillosa exposición. Si tienen oportunidad, no deberían perdérsela bajo ningún concepto.


DONDE: Palau Robert – BCN

FECHAS: Hasta el 28 de noviembre e 2021

HORARIO: De 9:00 a 20:00 horas

PRECIO: GRATUITO

PARA + INFO: Pinchen AQUÍ


martes, 24 de agosto de 2021

Charlie Watts (1941-2021)

 



Xavier Mercadé (1967-2021)



Nos deja un legado de más de 1.000.000 de fotografías, MÁS DE UN MILLÓN, flasheadas a lo largo de 14.000 conciertos de rock... y otras hierbas del montón.

DEP, Xavi.


lunes, 23 de agosto de 2021

Lèmmings – Jordi Dausà

 



“Et despertes en un terra fred i humit. Entra llum per una finestra rectangular. És ataronjada i pobra, de fanals d’extraradi. T’incorpores a poc a poc. Sents un xiulet a les orelles i un ull no se’t vol obrir. La cella esquerra inflada com una mandarina i a la boca, gust de metall rovellat. Et mires les mans i descobreixes que estan enfundades en un parell de guants grocs que deixen els dits lliures. Són guants de lluitador, esquitxats de sang fresca i negrosa.”


jueves, 19 de agosto de 2021

Tokyo 2020-21

 

Estoy convencido de que hubieran hecho la mejor Olimpiada de la Historia si la puta pandemia lo hubiese permitido, pero no pudo ser. Recuerdo que, cuando estuve en Tokyo en 2016, pude pulsar la ilusión que tenía esta peña con el tema, una pena. Han pasado dos semanas desde que se apagó el pebetero… y ya nadie recuerda estos JJ.OO.

Personalmente, como en este blog tengo una etiqueta dedicada exclusivamente a Japón, tenía la necesidad de decir algo, pero la verdad es que no me apetece demasiado enrollarme al respecto. Después de casi dos años en el paro laboral supongo que, en otras circunstancias, lo habría flipado en colores… pero la verdad es que no he visto demasiado, ni siquiera he conseguido colgarme la medalla de chocolate en levantamiento de lata de cerveza (y créanme que este verano he superado mi propia marca personal, algo es algo).

Sin gente pública en las gradas el deporte pierde todo su sentido, esto es así les guste o no a los mangantes de los derechos televisivos y otras milongas económicas. Más allá de alguna que otra épica imagen o aplauso espontáneo para alguno de los deportistas participantes (conste en acta que a este nivel no voy con banderas, mi rollo de diversión siempre es neutral), creo que –lamentablemente- no recordaré mucho más.

· Próxima Estación: París 2024. A ver si seguimos vivos y tal…

miércoles, 18 de agosto de 2021

Leviatán – Paul Auster

     “A partir de entonces empezamos a vernos con regularidad. Sachs no tenía empleo y eso hacía que estuviera más disponible que la mayoría de la gente que yo conocía, que fuese más flexible en sus hábitos. La vida social en Nueva York tiende a ser demasiado rígida. Una simple cena puede requerir semanas de planificación, y los mejores amigos pueden pasar meses sin tener ningún contacto. Con Sachs, sin embargo, los encuentros improvisados eran la norma. Trabajaba cuando el espíritu le impulsaba a ello (generalmente de noche) y el resto del tiempo vagabundeaba libremente, deambulando por las calles de la ciudad como un flâneur del siglo XIX, dejándose guiar por su instinto. Paseaba, iba a museos y galerías de arte, veía películas a cualquier hora del día, leía libros en los bancos del parque. No estaba sometido al reloj como lo están otras personas. En consecuencia, nunca tenía la sensación de estar perdiendo el tiempo. Eso no significa que no fuese productivo, pero el muro que separa el trabajo y el ocio se había desmoronado para él hasta tal punto que apenas se daba cuenta de su existencia. Esto le ayudaba como escritor, creo, ya que las mejores ideas siempre se le ocurrían cuando estaba lejos de su mesa. En ese sentido, para él todo entraba en la categoría de trabajo. Comer era trabajar, ver un partido de baloncesto era trabajar, sentarse con un amigo en un bar a medianoche era trabajar. A pesar de las apariencias, apenas había un momento en que no estuviese trabajando.”

Nota: Hacía bastante tiempo que no degustaba, mediante la lectura de una de sus novelas, la maestría de Paul Auster a la hora de describir a un personaje en particular. En este caso, impresionante el retrato de Benjamin Sachs, un flâneur del Siglo XIX. ¿Saben ustedes el significado del término flâneur? Un servidor ha tenido que buscarlo AQUÍ. Cada día se aprende algo nuevo, dicen…

viernes, 6 de agosto de 2021

Jo vaig veure jugar Leo Messi

 

Estadísticas/Récords como jugador del F.C. Barcelona

672 - Goles

268 - Asistencias

778 - Partidos Jugados

35 - Títulos

6 - Balones de Oro

6 - Botas de Oro

8 - Pichichis

martes, 3 de agosto de 2021

Los reyes del jaco – Vern E. Smith

 

     “Con cuarenta y cinco años, Willis McDaniel era todavía un hombre fornido de espaldas anchas, en torno a un metro ochenta de altura y unos noventa kilos de peso. A su edad, lo único que desentonaba en un físico casi perfecto eran sus hombros caídos, defecto que había adquirido por cargar con pesados cubos de basura a la espalda cuando era veinte años más joven y cumplía condena en la prisión estatal. Tenía el rostro curtido, envejecido prematuramente, endurecido y cincelado con tosquedad por los años que había pasado en la cárcel y por los peligros y preocupaciones de su actual profesión; ni siquiera el diamante en forma de estrella que un dentista le había implantado en un incisivo lograba darle una apariencia más vivaz. Desde su salida de prisión convertido en pequeño camello, McDaniel había subido metódicamente la escalera del negocio de la droga, devorando a sus competidores de un modo tan despiadado que en las calles se hizo leyenda. Ahora, amo de una zona de la ciudad, ocupaba con cierta inquietud el trono, el único trono al que un negro puede aspirar.”