Estoy convencido de que hubieran
hecho la mejor Olimpiada de la Historia si la puta pandemia lo hubiese
permitido, pero no pudo ser. Recuerdo que, cuando estuve en Tokyo en 2016, pude
pulsar la ilusión que tenía esta peña con el tema, una pena. Han pasado dos
semanas desde que se apagó el pebetero… y ya nadie recuerda estos JJ.OO.
Personalmente, como en este
blog tengo una etiqueta dedicada exclusivamente a Japón, tenía la necesidad de
decir algo, pero la verdad es que no me apetece demasiado enrollarme al
respecto. Después de casi dos años en el paro laboral supongo que, en otras
circunstancias, lo habría flipado en colores… pero la verdad es que no he visto
demasiado, ni siquiera he conseguido colgarme la medalla de chocolate en
levantamiento de lata de cerveza (y créanme que este verano he superado mi
propia marca personal, algo es algo).
Sin gente pública en las gradas
el deporte pierde todo su sentido, esto es así les guste o no a los mangantes
de los derechos televisivos y otras milongas económicas. Más allá de alguna que
otra épica imagen o aplauso espontáneo para alguno de los deportistas
participantes (conste en acta que a este nivel no voy con banderas, mi rollo de diversión siempre es neutral), creo que –lamentablemente- no recordaré mucho más.
· Próxima Estación: París 2024. A ver si seguimos vivos y tal…