martes, 31 de mayo de 2016

La hada de los Cárpatos

     “Cuántos años tiene, pregunta la juez principal, incrédula, al entrenador. El número, catorce, le provoca un estremecimiento. Lo que la pequeña acaba de hacer manda a freír espárragos cualquier concatenación de cifras, palabras e imágenes. Ya no se trata de lo que podemos comprender. Nadie sabría explicar lo que acaba de ocurrir. La niña se echa la gravedad por encima del hombro, su cuerpo frágil se hace un lugar en la atmosfera para acurrucarse en él.
     Pero por qué nadie los ha avisado de que había que mirar en esa dirección, maldicen los que se pierden el momento en que, sobre los diez centímetros de anchura de la barra de equilibrio, Nadia C. se echa hacia atrás y, con los brazos abiertos en cruz, da una patada a la luna, salta a ciegas, y se vuelven los unos hacia los otros, ¿alguien lo ha entendido lo habéis entendido?
     El marcador electrónico anuncia COMANECI NADIA, ROMANIA, seguido de 73, su dorsal, y donde debería aparecer su puntuación: nada.


     La gente espera. Lívidas, las gimnastas soviéticas van y vienen por la zona reservada a los entrenadores y a los deportistas que ya han concluido su ejercicio. Lo saben. En cuanto a las compañeras del equipo rumano, parecen desesperadas. Dorina junta las manos, Mariana susurra una y otra vez la misma frase, una tercera permanece echada, con los ojos cerrados. Nadia, algo apartada, con la cola de caballo torcida, no mira en ningún momento el marcador. Y es a él a quién ve primero a Béla, su entrenador, de pie, los brazos hacia el cielo, la cabeza echada hacia atrás; al fin se vuelve y descubre su nota, ese terrible 1 sobre 10 que aparece en cifras luminosas frente a las cámaras del mundo entero. Uno coma cero cero. Repasa mentalmente posibles fallos, quizá la recepción del mortal atrás, no demasiado estable, ¿qué ha podido hacer para merecer eso? Béla la abraza, no te preocupes, pequeña, presentaremos una reclamación. Pero ella se fija en uno de los jueces. Porque el sueco se levanta. Porque tiene lágrimas en los ojos y la mira fijamente. Y todos contarán ese instante tantas y tantas veces que hoy ya no está segura de haberlo vivido, a lo mejor lo ha visto en la televisión, a lo mejor en un episodio que forma parte del guión de una película.


     El público se ha puesto en pie y de sus dieciocho mil cuerpos procede la tempestad, los pies rugen rítmicamente contra el suelo y, en medio del fragor, el sueco abre y cierra la boca, pronuncia palabras inaudibles, miles de flashes forman una lluvia de destellos heterogéneos, y ella entrevé al sueco, qué hace, abre las dos manos, y el mundo entero filma esas dos manos que le muestra el juez. Entonces la pequeña le tiende también sus dos manos, le pide una confirmación, es un… ¿diez? Él asiente lentamente con la cabeza mientras mantiene los dedos extendidos frente al rostro, centenares de cámaras le tapan a la niña, las compañeras del equipo rumano bailan a su alrededor, sí, cielo, ese uno coma cero cero es un diez.”

La pequeña comunista que no sonreía nunca
Lola Lafon

Krustapunte/o: Pequeña descripción de las imágenes: 1.)  Nadia Comaneci frente al marcador Longines: Uno cero cero, el ejercicio y la puntuación perfecta de los jueces bloquearon la base de datos de ese puto ‘reloj’, que no estaba preparado para marcar 10, por lo que se bloqueó su base de datos debido a que nunca se habían registrado puntuaciones tan elevadas y la coma tras el primer dígito presumía un máximo de 9.90… o sea que Nadia hizo saltar el ordenador interior del fucking Longines por los aires…). - 2.) Nadia Comaneci con su entrenador Béla Károlyi, sin duda el otro personaje principal de esta historia… –

Equipo Gimnasia Rumanía – Oro Montreal 1976:Nadia Comaneci, Mariana Constantin, Georgeta Gabor, Anca Grigoras, Luminita Milea, Gabriela Trusca y Teodora Ungureanu (Dorina).

Valoración Personal (de la novela): 7 sobre 10.-

sábado, 28 de mayo de 2016

Nunca pasaré el tiempo con quién no esté dispuesto a pasarlo conmigo


Aquí y allá, no he buscado enfrentarme con nadie, sé que puedo vivir unos días sin aire, pero es mejor respirar, y así me va…
La actitud no es moneda de cambio, este año te dejan a un lado, y mañana te dejas querer. La salud se va dinamitando sin poder evitarlo.
Y aun así esperaré por un beso en la otra mejilla… y corro el velo que todo lo olvida.
Pon dos clavos a mis alas, veneno que apague mi voz, si me quieres callar pon dos clavos a mis alas, cemento en mis zapatos y tírame al mar.

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jueves, 26 de mayo de 2016

A Salter de mata

“Lang se alojaba en el Inguilterra, en una pequeña habitación apartada. Mucho después de que concluyera la velada, todavía se hallaba inmerso en el recuerdo de esa noche. Lavaba distraído su ropa interior. Sabía que en algún lugar de la ciudad de las persianas, el río negro por el otoño, ellos dos estarían juntos, pero no se sentía molesto por eso. Se tumbó en la cama como un estudiante pobre –qué poco cambia la vida desde el principio hasta el final- y se durmió aferrado a sus sueños. Tenía las ventanas abiertas. La brisa fresca se derramaba sobre su cuerpo como el mar sobre un marinero insensato, empapándole, llenando la habitación… Permaneció tendido con las piernas cruzadas lo mismo que un mártir, con el rostro vuelto hacia Dios.”


Anochecer
James Salter

Krustapunte/o:  11 Relatos: ‘Am Strande von Tanger’, ‘Veinte minutos’, ‘American Express’,‘Costas lejanas’ ‘El Cine’, ‘Hijos perdidos’,‘Akhnilo’, ‘Anochecer’, ‘Vía negativa’, ‘La destrucción del Goetheanum’, ‘Polvo’.

Buenas pinceladas sueltas trabajadas con estilo propio que a mi entender acaban componiendo un cuadro global demasiado difuso (los finales de prácticamente todos los relatos no me han convencido demasiado) aunque bien es cierto que esa misma ‘dispersión argumental’ y escritura seca acaba invitándote como lector a que seas tú mismo quién le ponga el broche imaginativo en forma de the end, my friend, a cada uno de ellos. Irregular en su conjunto, demasiado cortos quizá, vale la pena rescatar ‘Veinte minutos’ y ‘Costas lejanas’ que en mi opinión están por encima de la media.–

domingo, 22 de mayo de 2016

Panes y peces

     “Subimos a mi Toyota Corolla de segunda mano y empezamos a vagar por las calles de Tokio a las dos y media de la madrugada en busca de una panadería abierta. Sentada a mi lado, mi mujer no dejaba de escrutar ambos lados de la calle como un ave rapaz buscando una presa. En el asiento de atrás llevábamos una escopeta Remington que parecía un pez tumbado, largo y rígido. En los bolsillos del abrigo de mi mujer, las balas producían un ruido seco al entrechocar. También llevábamos unas gafas de esquí en la guantera. No tenía ni idea de qué hacía mi mujer con una escopeta, ni con esas gafas. Ni ella ni yo habíamos esquiado en nuestra vida. Ella no me explicó nada y yo tampoco le pregunté al respecto. En ese momento me di cuenta de que en la vida conyugal suceden muchas cosas extrañas.”

El elefante desaparece
Haruki Murakami


Krustapunte/o: Como colección de relatos esta-está a la notable altura de “Sauce ciego, mujer dormida” o lo que es lo mismo: un escalón por encima de “Hombres y mujeres” y “Después del terremoto”.  Los títulos ya incitan de entrada, las salidas de Haruki ya sabemos de qué van, ¿no? ¡Flipen!

· “El pájaro que da cuerda y las mujeres del martes”
· “Nuevo ataque a la panadería”
· “El comunicado del canguro”
· “Sobre el encuentro con una chica cien por cien perfecta en una soleada mañana del mes de abril”
· “Sueño”
· “La caída del Imperio romano. La revolución india de 1881. La invasión de Polonia por Hitler y El reino de los vientos enfurecidos”
· “Lederhosen”
· “Quemar graneros”
· “El pequeño monstruo verde”
· “Asunto de familia”
· “Una ventana”
· “La gente de la televisión”
· “Un barco lento a China”
· “El enanito bailarín”
· “El último césped de la tarde”
· “Silencio”
· “El elefante desaparece”

sábado, 21 de mayo de 2016

Atrapada

Desata pasión.
La lluvia secada me trajo
el tenue aroma de un secreto.


Texto: Haiku de Krust
Imagen: Fotografía de Nobuyoshi Araki

lunes, 16 de mayo de 2016

Lucia Berlin (II) – Inmanejable

     “En la profunda noche oscura del alma las licorerías y los bares están cerrados. La mujer palpó debajo del colchón; la botella de medio litro de vodka estaba vacía. Salió de la cama, se puso de pie. Temblaba tanto que tuvo que sentarse en el suelo. Respiraba agitadamente. Si no conseguía pronto algo para beber, le darían convulsiones o delirium trémens.
     El truco está en aquietar la respiración y el pulso. Mantener la calma en la medida de lo posible hasta que consigas una botella. Azúcar. Té con azúcar, es lo que te dan en los centros de desintoxicación. Temblaba tanto, sin embargo, que no podía tenerse en pie. Se estiró en el suelo e hizo varias inhalaciones profundas tratando de relajarse. No pienses, por Dios, no pienses en qué estado estás o te morirás, de vergüenza, de un ataque. Consiguió calmar la respiración. Empezó a leer títulos de los libros de la estantería. Concéntrate, léelos en voz alta. Edward Abbey, Chinua Achebe, Sherwood Anderson, Jane Austen, Paul Auster, no te saltes ninguno, ve más despacio. Cuando acabó de leer todos los títulos de la pared se encontraba mejor. Se levantó con esfuerzo. Sujetándose a la pared, temblando tanto que a duras penas podía mover los pies, consiguió llegar a la cocina. No quedaba vainilla. Extracto de limón. Le quemó la garganta y le dio una arcada; apretó los labios para volver a tragárselo. Preparó té, con mucha miel; lo tomó a pequeños sorbos en la oscuridad. A las seis, en dos horas, la licorería Uptown de Oakland le vendería un poco de vodka. En Berkeley tendría que esperar hasta las siete. Ay, Dios, ¿tenía dinero? Volvió sigilosamente a su habitación y miró en el bolso que había encima del escritorio. Su hijo Nick debía de haberse llevado su cartera y las llaves del coche. No podía entrar a buscarlas al cuarto de sus hijos sin despertarlos.”


Krustnota

Imagen: “La Buveuse” de Henri de Toulouse-Lautrec.

La modelo fue Suzanne Valadon, una acróbata (que también posó para otros grandes pintores como Degas y Renoir), parece ser que musa y autor fueron amantes durante un tiempo y mantuvieron una relación tempestuosa… entre otras cosas porque Suzanne también fue el gran amor de Eric Satie, el genial compositor francés, de hecho la única pareja que se le conoció.

*En principio, el texto fragmentado de este relato no tiene nada que ver con la pintura que lo ilustra… ¡o puede que sí, oiga!; digamos que es un breve ejemplo personal de hacia dónde me/nos puede llevar la lectura de la Srta. Berlin… y más allá, quizá.-

domingo, 15 de mayo de 2016

Lucia Berlin (I) - Espera un momento


     “Los suspiros, el ritmo de nuestros latidos, las contracciones de parto, los orgasmos, acaban todos por acompasarse, igual que los relojes de péndulo colocados uno cerca del otro pronto sincronizan su vaivén. Las luciérnagas en un árbol se encienden y se apagan como una sola. El sol sale y se pone. La luna crece y mengua y el periódico suele caer en el porche a las seis y treinta y cinco de la mañana.
     El tiempo se detiene cuando alguien muere. Por supuesto se detiene para ellos, quizá, pero para los que sufren la pérdida el tiempo se desquicia. La muerte llega demasiado pronto. Olvida las marcas, los días que se alargan y se acortan, la luna. Hace trizas el calendario. No estás en tu escritorio o en el metro o preparando la cena para los niños. Estás leyendo People en la sala de espera de un quirófano o temblando en un balcón mientras fumas toda la noche. Miras al vacío, sentada en el cuarto de tu infancia con el globo terráqueo sobre la mesa. Persia, el Congo Belga. El problema es que cuando vuelves a la vida normal, todas las rutinas, las marcas del día a día parecen mentiras sin sentido. Todo es sospechoso, una  trampa para adormecernos, para volver a arroparnos en la plácida inexorabilidad del tiempo.”

sábado, 7 de mayo de 2016

El cielo bajo Lucia Berlin

Trascurriendo, todavía, por la mitad del viaje literario de altos vuelos que supone leer “Manual para mujeres de la limpieza” (excelsa recopilación de los mejores relatos de la autora según los editores, aunque dudo mucho que esta mujer escribiese algo malo en su vida…) uno ya se da cuenta de que está ante un acontecimiento realmente incomparable, extraordinario; de hecho desde el primer relato, el segundo, el tercero, tomen cualquiera de ellos (¡dios, qué miedo da descender, desde su coronación, e ir acercándose al final del libro!, ¡Qué gustazo diablesco ir saboreando el placer de la lectura en su máxima y magnánima expresión!) bastará para percibir el inigualable estilo de esta mujer… piensen en todo lo mejor que ustedes hayan leído en sus putas vida y sorpréndase al comprobar cómo todo ello, todos esos autores que tenían en un pedestal infranqueable, va quedando relegado a los pies de la señorita Berlin. Oirán, escucharan, leerán ustedes mucho acerca de ella a partir de ahora (de hecho ya ha empezado la avalancha y hasta Eulogio -su asqueroso crítico literario favorito- andará de elogio permanente y en breve les hablará de Ella…), y es que me temo que el culto ‘desmesurado’ y francamente merecido hacia su figura no ha hecho más que comenzar, así que no me extenderé demasiado (o sí lo haré pero va a ser a nivel personal dedicándole un monográfico especial que creo que me va a apetecer hacer en el Blog con algunas migajas fragmentadas de su obra, des-glosando su genialidad para que encuentre aquí cobijo en la perenne memoria de los tiempos…). 
Tomen la llave de este consejo amigo y abran la puerta de este lectura, no tengan miedo, entren y piérdanse entre sus páginas. Compren el libro o consíganlo mediante préstamo hipotecario (también disponible en català: “Manual per a dones de la neteja” – L’Altra Editorial) y háganse un maravilloso presente en primera-tercera persona que no olvidarán jamás y ya de paso hagan correr la voz y compartan esta maravillosa experiencia con toda aquella persona a la que deseen hacer un poquito más agradable la existencia en esta vida… o en aquella otra de más allá. Resulta imposible reseñar esta Masterpiece de otra manera, Palabra de Honor.-


Agradecimientos: A Kiko Amat por hacerme escuchar el tañido de las campanas en forma de recomendación… y, claro está,  a Violeta por regalármelo en este pasado Sant Jordi-2016.-