domingo, 30 de junio de 2013

Las bicicletas son para el verano

 
Vuelve a arrancar una nueva edición. El Tour de France cumple 100 años. Un siglo de existencia da para muchos recuerdos, vivencias, anécdotas (por ejemplo, la del autocar atrancado en la línea de meta en la primera etapa de ayer, con el pelotón a escasos minutos de la caótica llegada, merecería figurar entre ellas…); para conmemorar la efeméride se han cursado 2060 invitaciones a todos aquellos ciclistas, que alguna vez participaron en la carrera por etapas más importante del mundo, y todavía siguen sobreviviendo a las duras rampas de la vida, aunque solo se han enviado 2059, vaya que han excluido a Lance Armstrong por ese tema que todo el mundo conoce. ¡Hombre! Un indulto no hubiera estado mal como ‘correctivo moral’, como si él hubiera sido el único ‘tramposo’ que subía las rampas del Tourmalet o el Alphe d’Huez con algo más que un plato de macarrones en el estómago…
Aquí vale todo: los jefes de equipo se esmeran en no perder contacto con sus potenciales rivales, el poder de las casas comerciales es tan sumamente grande que serían capaces de sacrificar a cualquiera de esos gregarios que hacen el trabajo sucio por un minutillo de publicidad. La gente que se agolpa en las cunetas (¿quién no recuerda al típico gilipollas que en las etapas de montaña quiere salir en la tele a costa de robarle el protagonismo y el último soplo de aire que le queda al corredor fugado?), los piñazos en las montoneras que se forman al intentar colocar a los sprinters, el que pincha y espera que llegue un compañero más malo y le regale su bici (y su ilusión de marcar un buen tiempo) para seguir adelante y no perder contacto con el pelotón de favoritos, los ascensos a las paredes de los Alpes y los Pirineos, y esos impresionantes descensos de las montañas (algo debería inventarse para hacerlos todavía más atractivos al televidente, rollo cámaras integradas y tal…), el aguador que baja al coche de equipo y vuelve a subir repartiendo bidones entre los compañeros de fatigas, los jefes que gritan consigas a los pinganillos de los sufridos receptores. Sangre, sudor y lágrimas. París, lejano y eterno, en el horizonte. Vale todo, pero en el fondo solo vale llegar. Desposeído Armstrong de sus siete tours, quedan cuatro ciclistas como los más laureados de la historia con cinco tours cada uno: Miguel Indurain, Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault, que no necesariamente han de ser los mejores ciclistas de la historia, vaya estoy totalmente convencido de que no es así, pero puede que fueran los más completos en su momento. ¿Quién ganará el Tour Centenario? Hagan sus apuestas…

ALGUNAS PEDALADAS DE INTERES
• Vencedor primera edición 1903 – Maurice Garin (Francia)
• Vencedor última edición 2012 – Bradley Wiggins (Inglaterra)
• Países con más victorias: Francia (36), Bélgica (18), España (12)
• Más victorias de etapa: Eddy Merckx (34)
• Más podios: Raymond Poulidor (8)

Ah! Aquellos recuerdos sesteando en el sofá mientras la serpiente multicolor avanzaba irremisiblemente hacia la línea de llegada. Ya solo sigo los resúmenes, pero, ¿quién sabe?, puede que cuando cruce la meta vital de mi existencia, llegue a pasar alguno de estos tipos pedaleando fugazmente por mi memoria, como una exhalación, vestido con maillot negro, cruzando en un breve instante de tiempo a través del recuerdo de las cositas acontecidas en toda una vida, con destino... al destino clandestino de esa muerte anunciada, en riguroso directo.-

lunes, 24 de junio de 2013

Una idea anida en mi sombrero


No debería andarme por las ramas y decir lo que pienso en todo momento, pero la cosa es que resulta complicado hacerlo sin lastimar involuntariamente a quién me escuche. Mientras encuentro la solución adecuada, creo que grabaré en la corteza del árbol de esta vida eso que debí haber pronunciado en su momento y que ahora ya no tiene demasiado sentido proclamar. En el crepúsculo de mañana es posible que alguien lo lea y así puede que no se pierda del todo el verdadero significado de esa sentencia amordazada por este tiempo de perpetuo silencio. Mientras tanto, me fundiré con el espacio e intentaré formar parte activa de este enrevesado juego de índices y apéndices al que llamamos… vivir.-

 Imagen: Tom Waits by Anton Corbijn

miércoles, 19 de junio de 2013

El río que nos lleva


Dicen que la Naturaleza es muy sabia, no tengo ninguna duda al respecto, pero también es muy puta. La comarca catalana de la Val d’Aran ha quedado anegada por el desbordamiento de sus principales ríos (Garona, Noguera Pallaresa, Nogera Cardós…), por suerte los abundantes campings existentes en la zona no estaban aún abiertos, en espera de la temporada ¿veraniega?;  centenares de evacuados (afortunadamente sin ninguna víctima mortal), cortes de luz, gas, telefonía fija y móvil, puentes arrasados por la fuerza del sólido caudal, casas derrumbadas, y, lógicamente personas y carreteras incomunicadas en su desgracia. Parece ser que la cosa remite, espero que así sea, y la Natu, furcia que se cobra lo que quiere y paga con dolor a quién posiblemente no lo merece, sea condescendiente con uno de los parajes más bellos que un servidor ha tenido la oportunidad de disfrutar en toda su vida, dudo sinceramente que existan lugares capaces de igualar la belleza de algunos de los rincones afectados: Bossost, Arties, Les, Vielha, Betlan (aquí tuvimos un campo base y al ser un punto muy elevado espero que no llegara el agua… no tengo noticias, pero imagino que, como mínimo, no se puede bajar de sus alturas), Salardú… en fin, duele ver esas imágenes donde se reconocen esquinitas, recodos, de lugares transitados con tanto respeto y en perfecta comunión con su entorno salvaje, sin domesticar.
¿Ahora qué?, ¿Vendrá el ministro popular a declarar la zona catastrófica?, podemos esperar sentados... Bah!, me importa tan poco que ahora mismo no recuerdo ni su nombre, ¿el señor Bledo? En todo caso, la Val resurgirá de sus lodos en poco tiempo, estoy completamente convencido.
En estos tiempos que corren solo nos faltaba un año loco en lo climatológico: nieves que deshielan a las puertas del verano, inundaciones aquí y allá (Centroeuropa hace unos días), embalses a tope que abren compuertas y cierran reservas…  y ahora vendrán esos fuegos perpetuos a esquilmar la tierra que todavía aguante valiente en pie; pero no será lo mismo, como proclaman algunos: el agua puede combatir al fuego, el fuego jamás puede vencer al agua. Elementos que se alimentan de ti y de mí, dementes dragones que vomitan bilis en descomunales arcadas, líquidos fluidos que queman y ahogan.
Resistir o dejarse violar en el intento. Esa es la innegable cuestión para Natu.-

domingo, 16 de junio de 2013

Metralleta acústica

 
La tonada es de Mikel ‘Fuckin’ Erentxun, ya en solitario después de la desintegración de Duncan Dhu, virando más hacia el Folk Rock que hacia el Pop con el que se le solía asociar pero conservando, sin duda, ese estilo tan personal que siempre lo identificó; y se incluye en su 6º disco, cuyo título ‘El corredor de la suerte’ me parece realmente precioso en la musicalidad de su juego de letras. Por cierto, siempre pensé que Mikel era vasco, de hecho vive en Donosti desde los 8 años, pero lo cierto es que lo fueron a alumbrar en Caracas (Venezuela), de lo que se entera uno investigando un poco acerca del pasado mestizo de las gentes, creo que además de cantar y componer canciones de amor para cuando ya no hay amor, también ejerce de productor, actor, poeta y arquitecto. Vaya, que supongo que de lo que surja para tirar adelante: Un año mayor que un servidor, te entiendo hermano. Hacía tiempo que le había perdido la pista, bueno es traerlo por aquí acompañado del maestro Bunbury, y de paso darle un poco de vidilla a una etiqueta que hacía tiempo que no se vestía con sus elegantes galas; el bueno de Enrique, al que como siempre debe representar todo un lujazo invitar a una colaboración, aún a riesgo de que se venda tu protagonismo al diablo y te mejore lo que un día lejano creaste con tu propia inspiración. Eso es una carta marcada de amor… te regala una mano pero nunca el corazón. Cosas de genios.

Va por usted, Sr. Lobo.-



sábado, 15 de junio de 2013

Sombra y luz


Para una mujer pintarse los ojos y, realzar así el influjo de su mirada, podría ser un acto tan íntimo cómo el que puede representar para un hombre afeitarse la cara con una cuchilla recién estrenada. Debe pensar, ella, que la frialdad del cristal esmerilado no le va a conceder la más mínima tregua a un hipotético fallo de precisión con su lápiz visual; tampoco a él le va a perdonar una presión desacertada en el corte deslizado.
Ella llorará (sólo un poco) y él sangrará (sólo un poco), ella retocará sus lagos irisados tantas veces como sean necesarias hasta sentirse bella mientras él aplicará su loción favorita a ese rostro, ya sin rastro de vello.
Esas miradas, las de ambos, siempre se buscarán más allá, a través, de los espejos.-
Imagen: Geraldine Chaplin

sábado, 8 de junio de 2013

Cacafónico


En su momento, ya me costó horrores adaptarme al novedoso aparatejo. Remiso al control exterior, no sé si algún día lograré acostumbrarme a su uso continuado. Absorto en mi pensamiento interior me cuesta horrores escuchar la llamada de la civilización. Ya sé que no debería pero yo el móvil lo llevo siempre junto a la polla o junto al corazón, sólo así puedo sentir su latido o su vibración.

 -Sí, ¿Dígame?

sábado, 1 de junio de 2013

Extrema Loción


Vamos a abrir un periódico del 9 de enero de 1993, uno cualquiera, el primero que el contenedor de historia, basura reciclada en el tiempo, que es Internet, me proporciona mediante su buscador estrella; ahí va el chute de realidad pasada que pincha la red: Asesinato en Texas, Chequeo a la mayoría de las nucleares europeas al hallarse un fallo de diseño, EEUU aplaza el ataque contra Iraq al observar indicios de retirada, Nuevas medidas en la radiación de fondo confirman el Big Bang, Terrorífico accidente en Nueva Delhi, El gobierno de Angola anuncia que ha hecho prisioneros a miles de rebeldes, Bomba en Medellín, Condenados a muerte por un tribunal argelino 19 militares y civiles integristas… ¿sobredosis de información?, pues esperen ustedes sentados que ahora abrimos la plana de sucesos extraños y morbosos que tanto nos maravilla a la condición humana: ese mismo día, 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand mató a su mujer (Florence, una persona extremadamente inteligente), sus hijos pequeños (Antoine y Caroline), sus padres (a los que también extorsionaba económicamente junto a otros abueletes de la familia o del pueblo donde nació) y a su perro (que no tenía nombre, y ese es, a mí parecer, un dato importante), e intentó suicidarse (en un episodio calculado con una asombrosa frialdad que aquí se les detallará con rigurosa meticulosidad) sin conseguirlo. Esperemos postrados ante su cama a que despierte el pájarraco herido, y recibámoslo con una sonrisa falsa de análisis literario, como las que regalan esas enfermeras tan profesionales en su labor de acompañar al paciente en su tránsito de vuelta al mundo de los vivos. Primer punto de atención: esta noticia es tan absolutamente real, por increíble que pueda parecer, como todas las demás que sucedieron ese día en concreto en este lugar siniestro llamado Mundo.

Paradójico. Emamnuel Carrère andaba enfrascado en la escritura de la biografía del genio de la ciencia ficción, Philip K. Dick, así nos lo cuenta en primera persona (después se pasa a la 3ªpersona al no poder soportar tanta implicación personal del Yo) en cierto momento del libro, cuando ese bocado de realidad informativo se le clavó en la conciencia y atrapó su inspiración. Aparcó la nave Dick por una temporada y se enfrascó en una impresionante, asombrosa, labor de información para trasladar la noticia a una novela, lógicamente del género no ficción, tan cortita como contundente. Todo ello incluye una correspondencia epistolar, que se prolongó durante años, con el propio Romand (una de las grandes bazas de la novela), y a su vez, una aproximación fidedigna a muchas de las personas que lo trataron en libertad, sobre todo a Luc Ladmiral (que le pidió expresamente que su nombre figurara con pseudónimo, a lo que Carrère se negó para no restar verosimilitud a la historia, y que deviene un protagonista fundamental) amigo íntimo del acusado (no se pierdan ustedes las anécdotas de juventud de ambos dos) y cuya hija, Sophie, era ahijada de Romand y había dormido muchas noches en su casa, escapó de la barbarie por casualidad aunque el trauma de lo acontecido es muy posible que todavía lo siga sufriendo, una década después, ahora en 2013.

Además, en mi opinión, la parte más interesante de la personalidad de Romand, ese monstruo (al que todos nosotros hemos alimentado como parte de una sociedad enferma) se hizo pasar por médico de la OMS (cobrando un sueldo de ensueño que lógicamente obtenía de los timos a sus familiares mayores y otras estratagemas que tienen que ver con Corinne, otro personaje fundamental del que prefiero no desvelar nada) durante la friolera de 18 años, sin que nadie, absolutamente nadie, se diera cuenta de su doble personalidad. Impresionante la manera en que el tipo salía de casa como un padre ejemplar, besaba a su mujer y sus hijos (a los que quería con locura, ya verán ustedes…), y traspasaba la frontera suiza para ir a trabajar a la vecina Francia sin que nadie, absolutamente nadie sospechara nada. Ese ejercicio de desdoblamiento requería unas más que sesudas sesiones de autoconocimiento y estrategia que configuraban un delirante coaching mental con fecha de caducidad ya que todo se acabaría sabiendo, la cuestión era ¿cuándo?. ¡18 años de impostura! Que entrenaba y estudiaba concienzudamente en parkings de autopista, garitos apartados perdidos en puebluchos de montaña o paseando por los exuberantes bosques del Jura, rodeado de una naturaleza exuberante….

Aunque no me crean ustedes, no estoy contando nada relevante. El verdadero argumento de esta novela reside en la oportunidad que el autor nos brinda para conocer al monstruo desde el interior de su psique (existen dos sitios reservados en el memorable juicio que se siguió contra Romand, justo detrás de abogados e íntimos, donde se sentarán Carrère y usted mismo como lector para no perder detalle de lo que ahí se cuenta), también acompañaremos a los investigadores en esa sobrecogedora reconstrucción de los hechos (espero que tengan estómago para resistirla, a mí es la parte que más me ha gustado) y asimismo leeremos un epílogo final, fechado en París en enero de 1999, donde el autor echa el resto sobre lo que acabamos de leer. El abrazo del Cristo redentor al que se acoge Romand, como solución fácil al plácido reo iluminado, me toca los huevos sobremanera por lo permisivo de su falso mensaje. Miren ustedes con lupa a esos dos últimos personajes que aparecen en la función, visitadores carcelarios, y entenderán lo que intento no contar. Y si están con ellos, con su oratoria evangelizadora, estaría muy complacido de debatir con ustedes acerca de todo este punto, que puede parecer que carece de importancia, pero yo no lo veo así…

Jean-Claude Romand nació en 1954, por lo tanto tenía 39 años cuando conoció al apocalíptico horror kurtziano de frente, alguien ha considerado que merece tener una página en Wikipedia (consúltenla y miren fijamente su rostro, ¿pueden ver algo que los diferencia de ustedes mismos?), cumplía cadena perpetua en diferentes prisiones (Carrère visita algunas de ellas en la novela) pero las leyes cambian. Y, señoras y señores, prepárense ustedes porque nuestro querido personaje saldrá a la puta calle en 2015 a la edad de 61 años. ¿Lo invitaremos a programas bazofia de media tarde televisiva?, ¿Compraremos ese otro libro que probablemente escribirá, y que ya les digo yo, que no será mejor que éste?, ¿Se buscará un lugar plácido al sol, como España mismamente, después de una temporada tan ‘larga’ a la sombra para regenerarse? Nos haremos estas preguntas mientras esperamos con los brazos abiertos al monstruo que hemos sido tan capaces de engendrar como sociedad. Romand será nuestro adversario en una futura partida de ajedrez donde mucho me temo que van a ganar las negras si no hacemos ‘trampas’ al respecto.  ¿A que huele nuestro rival? Perfumando el aire viciado de una fría noche de enero del siglo pasado, presente ya, futuro hedor.

Una lectura muy recomendable que se lee de una sentada en la celda existencial de este tiempo que nos ha tocado sufrir, perdón, vivir.-