Echando el telón a este mes de
agosto del año 2 de la era Covid, y a la espera de lo que pueda regurgitarnos
por las fauces el imprevisible futuro que se avecina. Todavía no había colgado
nada por aquí sobre la escapada vacacional de esta temporada (del 10 al 17 de agosto),
que, casualidades de la vida, coincidió con una ola de calor en toda la
península ibérica (puto cambio climático), bendita suerte la nuestra porque
allá arriba la cosa se hizo más soportable, mantas nocturnas en verano no –como
según los parroquianos suele ser habitual- pero la sabanita fue imprescindible
para conciliar el sueño: suficiente.
Puigcerdà (Girona) es la
capital de la comarca de la Cerdanya, tiene una población de 9486 habitantes
según censo de 2020 y se encuentra situada en un entorno privilegiado rodeada
de montañas por los cuatro costados. Fronteriza con Francia: apenas un
kilómetro paseando hasta Bourg-Madame (por aquí escaparon muchos republicanos
del pequeño dictador durante la Guerra Civil), tres kilómetros hasta Ur, o seis
kilómetros hasta Llivia (no se pierdan esta hermosa localidad catalana en territorio francés).
Todas estas excursiones me parecen muy recomendables para gente a la que le
vaya el rollo del senderismo light. Aquí, que ya hemos tenido la suerte de
darle duro al trekking de alto nivel, ahora que nos vamos haciendo mayores se
agradecen mucho este tipo de rutas tan fáciles de transitar.
Además de los sitios de interés
que ofrece la propia población (L’Estany, mismamente), recomendaría las visitas
o poblaciones cercanas como Bolvir o Bellver de Cerdanya (ya en la provincia de
Lleida a unos 30km de Puigcerdà), cargadas de historia (véase El Tratado de losPirineos).
Siete días, siete noches. Un
plan ‘sencillo’. Mañanas en ruta caminando tempranito paquí-pallá y tardes de piscina leyendo en el hotel refugiados en
esa sombra que, válgame dios, nadie quería (mirando como la peña se
achicharraba en sus tumbonas al sol, ¡que manía, oigan, ya se lo regalo!).
LO
MEJOR: El fácil acceso desde Barcelona: 150 kilómetros aprox. con
dos vías posibles (C-17 hasta Ripoll-Puigcerdà por Collada de Toses/Ribes deFreser, duro para el coche pero impresionante para la vista, créanme, o vía
Manresa-Túnel del Cadí, aquí te soplan 12 pavos por lo oscuro o 30 si vas de
señorito de autopista de punta a punta). La oferta gastronómica (Buah! Tienden
a clavar en el centro, aunque la calidad es brutal, pero si bajan hacia el
polígono industrial descubrirán que por cuatro euros se ponen como el Kiko,
increíble pero cierto). Las arrolladoras vistas a los cuatro puntos cardinales,
eso no tiene precio.
LO
PEOR: Desde la parte baja hasta el centro ciudad hay un desnivel
brutal, existe un cremallera y un ascensor para subir pero las instalaciones
dan pena (con cosas como esta me temo que no podremos organizar la Olimpiada de
Invierno Barcelona-Pirineus). El tráfico infernal: sorprendente la cantidad de
vehículos que circulan por la población, gente de 2ª residencia de los
pueblecitos cercanos que bajan a Puigcerdà, peña que se motoriza para salvar el
desnivel antes mencionado para conectar la parte alta con la parte baja del
pueblo… y legiones de franceses que pasan la frontera para comprar tabaco (hay
más estancos que bares, uf!).
Foto: femturisme.cat