“Hay un hombre que viaja por todo el mundo intentando
encontrar lugares en los que uno pueda quedarse quieto y no escuchar sonido
humano alguno. En su opinión es imposible sentirse tranquilo en las ciudades, ya
que casi nunca podemos oír el canto de los pájaros. Nuestros oídos han ido
evolucionando para ser nuestro sistema de alarma. Y en los lugares donde no
cantan los pájaros nos ponemos en estado de máxima alerta. Vivir en una ciudad
significa vivir acobardados para siempre.
Los budistas dicen que hay ciento veintiún estados de
conciencia. Y entre estos, solo tres están relacionados con la desgracia y la
tristeza. Pero la mayoría de nosotros nos pasamos la vida yendo y viniendo de
uno a otro de esos tres estados.”