1.
El cuento debe contar una historia. No hay cuento
sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector a su vez pueda contarlo.
2. La historia del cuento puede ser real o
inventada. Si es real debe parecer inventada y si es inventada, real.
3. El cuento debe ser de preferencia breve, de
modo que pueda leerse de un tirón.
4. La historia contada por el cuento debe
entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto mejor. Si no
logra ninguno de estos efectos no existe como cuento.
5. El estilo del cuento debe ser directo,
sencillo, sin ornamentos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la
novela.
6. El cuento debe solo mostrar, no enseñar. De
otro modo sería una moraleja.
7.
El cuento
admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple,
epístola, informe, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia
no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.
8. El cuento debe partir de situaciones en las
que él o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión
que pone en juego su destino.
9. En el cuento no debe haber tiempos muertos ni
sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.
10.
El cuento
debe conducir necesaria, inexorablemente, a un solo desenlace, por sorpresivo
que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.
La
observación de este decálogo, como es de suponer, no garantiza la escritura de
un buen cuento. Lo más aconsejable es transgredirlo regularmente, como yo mismo
lo he hecho. O aun algo mejor: inventar un nuevo decálogo.
Barranco,
1994
JULIO
RAMÓN RIBEYRO
NOTA: Este decálogo se encuentra en ‘La palabra del mudo’ (Seix Barral, 2010), volumen compuesto por casi un centenar de cuentos o relatos del autor. Leyendo actualmente, muy recomendable.