Publicada, como el grueso de su anterior producción, bajo el
sello de Anagrama y tras un trienio de gestación desde la aclamada Antes del huracán (2018), nos llega Revancha, Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, 1971) con los albores del impredecible
2021. Es esta una esperadísima nueva criatura engendrada por el autor:
brillante autodidacta cronista cultural contemporáneo –entre otros quehaceres-
y polifacético escritor de culto para el
abajo firmante.
DOS PERDEDORES Y UN MISMO DESTINO: ENCONTRARSE
Fran
Amador, skinhead neonazi de Lokos Barça, gay siempre encerrado en un
armario de intimidad tan contradictorio como inviolable. Todo él, pecho quemado
y alma atrofiada tras un funesto suceso acontecido en la infancia que marcó su
vida para siempre. Momento clave en la historia es cuando conoce al kapo el Cid, detritus social de alta
cuna y baja estofa, allá por el capítulo 3.
César
Beltrán, ex jugador de rugby, héroe local de la UE Santboiana y de
profesión vengador a tiempo parcial bajo las órdenes de un jefe –Fundador-
siempre en la sombra. Vive en un camping abandonado de Castelldefels y sólo dos
personas le importan en la vida: Paloma, su hermana, y una sobrina quinceañera,
Lucía.
UNA HISTORIA DE VIOLENCIA Y REDENCIÓN
Amador y César conforman, acompañados por todo un elenco de
secundarios, el cuerpo central de una historia inevitablemente condenada a un crossroad existencial entre ambos… y sus
circunstancias personales.
Rebeldes con causa pendiente contra un mundo que allá por los
años 80 y 90 del siglo pasado producía monstruos en cadena. Hijos provenientes
de un infierno social en forma de familias desestructuradas, los personajes
centrales de la novela son básicamente eso, rebeldes porque el mundo los hizo
así. Tienen una cuenta pendiente con la sociedad y son conscientes de que en
las aceras de las calles del pueblo y entre los muros de las cárceles, siempre acaba
uno topando con alguien más chulo que tú.
UN ESTILO PROPIO
Toda la obra de Kiko Amat tiene su BSO propia, aquí podríamos grabar
un ramillete de canciones en una de aquellas cintas de cassette antiguas.
Etiquetar una locura ecléctica con el nombre de Vértigo’90: Madonna, Barricada,
Alanis Morrissete, Bruce Springsteen, Cindy Lauper… y el mismísimo Luis Eduardo Aute, presagio de
dolor y redención en uno de los pasajes claves de la trama. También bares tan
gratos para no hablar ni con tu puta sombra, como La Esquinita (La Mina), La
Concordia (aledaños del Camp Nou) o El Provi (Sant Boi).
El autor ejecuta un ejercicio literario arrebatador en el uso
de comparaciones y metáforas, y una innovadora manera de ejercer el control sobre
el trato narrativo con los personajes principales -capítulos alternos para Amador,
en una suerte de segunda persona, y para César en una distante, aunque a su vez
cercana, tercera persona. Una jerga inventada para la ocasión con una serie de
palabras que, leídas en el contexto de la acción, acaban resultando
sorprendentemente enriquecedoras. Y de cuerpo presente, siempre el sentido del
humor corrosivo marca de la casa Amat -el erizo Montal y otros bichos humanos
de rogar.
Es una novela demoledora en cuanto a intenciones, dotada de un
ritmo vertiginoso, sin apenas concesiones a la frenética respiración asistida
de la vida. Consigue abrirse paso a navajazos desde los vertederos de la no
siempre gratuita ultra violencia hasta esos bucólicos campos de espiguillas y
torres eléctricas que ya han pasado a formar parte del particular universo de
Kiko Amat.
Deslumbrante en el a menudo oscuro túnel de las letras
contemporáneas, acepten la revancha con la apuesta segura de que con esta
novela… les toca ganar.