“Había temporadas en las que se sentía atraído por un estilo
de vida subimbécil. Durante aquellas épocas, la mente se le embotaba y hacía
que le costara percibir hasta el más simple de los incentivos. Se convencía de
que le resultaría fácil pasarse la vida entera en aquella zona sin estado.
Contentarse con ser orgánico. Contentarse con ejecutar únicamente tareas
monótonas. Contentarse con renunciar al habla coherente. De esta forma, el
espíritu que lo animaba no tardaría en marchitarse y ser reemplazado por el
alma de una planta. Con el tiempo, abandonaría todo movimiento voluntario y
también todas las atenciones naturales que le dispensaba a su cuerpo. Se
contentaría con olerse a sí mismo y soñar con moho rugoso.”
La Estrella de Ratner
Don DeLillo
Minini Comentario: Según la gente que sabe de esta cosa de
los libros esta es la obra más enigmática del autor, una vez leída no me
extraña en absoluto. Digamos que es una novela Sci-Fi sumamente freak (psicodélico
bombón para su excelente traductor, Javier Calvo) cuyo máximo exponente es la
capacidad que tiene para engancharte a una trama muy complicada de seguir por
sus interminables giros argumentales y las variantes científico-matemáticas que
rezuman por sus cuatro costados; aunque todo esto queda superado a través de
una inteligente utilización del sentido del humor y de una prosa más rica de lo
que uno se imaginaba encontrar entre tanto número y tanto primo suelto por ese
negro espacio en que se desarrolla… ya sea aquí en la Tierra como en los
Cielos. Surrealista y posmoderna, ambiciosa también, le faltó en mi opinión un
final más acorde con su in crescendo previo, quizá hasta se pudo desviar el
bumerán metafísico hacia un paraje todavía más desconocido. Como ya pueden
imaginar, inevitable la cara de marciano verde que queda al cerrar la
contraportada. Rozando el notable, en todo caso. Bon Voyage.-
Imagen: Anotaciones personales de David Foster Wallace en su
ejemplar de “Ratner’s Star”. Uff, vale tío…