viernes, 25 de marzo de 2022

Talco y bronce – Montero Glez

 


“Es difícil, precisar el momento exacto en el que se cruza la línea del desastre y no hay marcha atrás. Sin embargo, en este caso, el camino ya había sido señalado. Ocurrió en uno de esos bloques de pisos con ascensor en cada planta, vistas al cementerio y facilidades de pago donde la Malata vivía con su tía y con un gato de nombre Jarocho; piel moteada y ojos verdes como dos caramelos de menta.
     ‹‹Vamos a tener huéspedes››, fue lo que dijo su tía, una mujerona brava a la que todos en el barrio conocían como la Rulo y que miraba el mundo bajo los arcos de sus cejas, depiladas y sobre las que había pintado otras más finas, igual que hacían las actrices para emputecer los ojos. ‹‹Van a ser unos pocos de días›› añadió la Rulo, como quitándole importancia.
     Del exterior del boque no hay mucho que contar; ladrillo rojo, persianas verdes y cañerías a la vista que trepan por la pared como serpientes de un paraíso trazado con mala intención. En este caso, no tiene pérdida. Hablamos del barrio de La Elipa, según entras a la izquierda.
     Así hizo el huésped.
     La Malata pudo verlo en el umbral de la puerta. La penumbra le daba a su rostro la apariencia de haber sido tallado a hachazos. A pesar de la poca luz, advirtió que era una de esas caras donde no queda sitio para el arrepentimiento. Tampoco para la duda. Una cara magnética, con la endemoniada atracción que ejercen los chicos malos sobre las princesas de barrio.”

Autor: Montero Glez (Madrid, 1965)
Publicación: Algaida Editores (2005)
Páginas: 312
Premios: VIII Premio Logroño de Novela