miércoles, 17 de noviembre de 2021

Éste es el mar – Mariana Enríquez

 


—Quiero cantarle, madre Hécate —susurró Helena. El viento se levantó a su alrededor, el polvo se arremolinó en la encrucijada. Hubo un fogonazo y al borde del camino aparecieron flores nocturnas, plateadas, como estrellas caídas.
     —No es posible que recuerdes las canciones —dijo Hécate. Su voz sonaba llena de pena.
     —Recuerdo una melodía muy breve…
     Y Helena susurró, durante segundos, un fragmento de canción extraña y desdichada, gentil, que hizo temblar el fuego de la antorcha y despertó animales en la lejanía, que aullaron con reconocimiento y nostalgia. De pronto hacía frío, un frío húmedo de algas. Hécate sonrió y Helena sintió por primera vez que alguien la quería, ese sentimiento del que hablaban los humanos.