“Están surgiendo nuevas zonas de actividad emancipadora,
como las de las ciudades en las que el alcalde o el ayuntamiento imponen
programas progresistas que se oponen a las normas estatales o federales.
Abundan los ejemplos, desde ciudades individuales (Barcelona, Newark, Nueva
York, incluso) hasta una red de ciudades: hace poco, muchas autoridades locales
de Estados Unidos decidieron seguir respetando los compromisos para combatir
las amenazas ecológicas que quedaron cancelados por la administración Trump. Lo
importante aquí es que las autoridades locales demostraron ser más sensibles a
los temas globales que las autoridades estatales superiores. Por ello, no
deberíamos reducir este nuevo fenómeno a una lucha de las comunidades locales
contra las regulaciones estatales: las autoridades administrativas locales se
interesan a la vez por temas que son a la vez locales y globales. Cosa que
presiona al Estado en dos direcciones. Por ejemplo, la alcaldesa de Barcelona
insiste en abrir la ciudad a los refugiados, mientras que se opone a la
excesiva invasión de turistas que sufre la ciudad.”