lunes, 24 de agosto de 2020

Caballos salvajes – Jordi Cussà



     “El telenoticias dice que con el mes acabará abruptamente el otoño y el termómetro registrará nevadas por encima de los ochocientos metros. De cara al buen tiempo que se avecina, me he procurado veinte mil pelas de televisor y me esfuerzo en verlo un par de horas cada día para no perder el contacto con la civilización. También me ayuda a combatir los tedios de después de comer y algún que otro encharcamiento mental nocturno por exceso de concentración creativa. En Malanyeu, en cualquier caso, hace una hora que nevisca, pero quizá solo sea ventisca, porque el mistral sopla tan alegre como helado. En la chimenea chisporrotea una tea que he endilgado para hacer lumbre, y el noticiario sentencia que allí donde no nieve lloverá a cántaros. ¡Que llueva, chubasquee y diluvie –me digo, resentido de tanto otoño y aislamiento- hasta anegar la térmica de Cercs!
     Me trago el primer anuncio y el último bocado de pan con tomate y anchoas, y me planteo una caña de maría del país y medio carajillo de escocés mientras apago la tele.”