“La luz de Cádiz es un acontecimiento, un suceso
extraordinario. Una luz transparente que se podría beber en catavinos,
cristalina, brillante. La luz del reflejo del mar que rodea Cádiz rebota en el
cielo para repartir una alegría y una forma de vivir que es más que una
filosofía. La luz es un sentimiento. Como el amor, el frío, la soledad o el
éxtasis.
La playa era el patio de mis juegos. Me gustaría pensar que
el primer recuerdo que tengo es el de mis padres enterrando un melón en la
orilla para refrescarlo y que nos comeremos después toda la familia, sentados
en la arena. La luz es dorada en ese momento. Las imágenes están grabadas con
un tomavistas de ocho milímetros que nunca tuvimos y las guardo en mi memoria,
con los fotogramas lavados del primer Technicolor.”
Flanes de arena