sábado, 22 de julio de 2017

Garbanzos en el alma


Uno siempre se preguntará, del mismo modo que todos sus fannes, lo que hubiera sido capaz de crear este hombre si la parca no se lo hubiera llevado tan y tan pronto. Aquí, reconozcámoslo, ha conseguido superarme en el tercio final después de recorrer media Europa junto a Martín de Viloalle (el prota), sitúense en 1767, desde su Galicia natal (novicio jesuita con ínfulas pictóricas) hasta la vasta Roma (donde abandona un poquito del todo la fe) pasando después por ciertos lugares de Alemania, Dinamarca, París mon amour… Bueno,  la ‘culpa’, en mi opinión –entrecomillo, eh?-, es de Welldone (el mentor del prota), un personaje sobrecogedor en su sabiduría de buscavidas supremo (Logia Masónica presente) que acaba desarbolando cualquier intento de lectura plácida, lo cual no tiene que ser necesariamente un defecto –conste en acta reseñada este estímulo intelectual-; tanta, Naturaleza Supracultural quiero decir, que puede llegar a abrumar a cualquier lector desprevenido; digamos que impresiona sobremanera la utilización del lenguaje del que hace gala Casavella, de una riqueza descomunal dicho sea de paso, eso, por sí solo, ya hace que este sea un libro recomendable 100%, claro, aunque personalmente siempre aconsejaría el paso previo o peaje obligatorio que supone “El día del Watusi”, novela por la que apuesto a muerte si hablamos de Masterpieces totales, cumbres literarias y tal.

Este es un libro sorprendente en cuanto al cambio de registro con respecto al grueso de la obra del autor ya que podríamos etiquetarla dentro de la novela histórica (muy bien documentada como podrán apreciar los amantes del género), pero también podría englobarse dentro de la novela de aventuras (la primera parte, la que más me gustó, donde conocemos las vicisitudes del crecimiento del joven Martín en el pazo gallego de los Viloalle), pero en todo caso es una lectura de densidad extrema en algunos de sus pasajes (hay una cierta irregularidad entre capítulos capaces de llevarnos de lo supremo, en cuanto a goce lector, al tedio de lo ‘excesivamente sobrecargado’ y vuelvo a entrecomillar), quedan avisados, y con esto vuelvo a hacer mención a la delirante sabiduría del personaje de Welldone (que es inglés pero domina todos los idiomas, entre ellos el castellano, donde de la mano de Casavella me ha hecho aprender una larga, interminable, serie de palabras maravillosas de esas que uno agradece sobremanera descubrir…), y también será una novela de culto, todas las suyas tienen inevitablemente ese adjetivo pegado a sus costuras, para quién ose adentrarse en los secretos que esconde. Es una apuesta de riesgo, sí, pero la recompensa obtenida al cerrar la contraportada bien vale la pena.

Sé alguna cosa más sobre los vampiros, desengáñense quienes los busquen en esta lectura de título tan ‘impostado’, pero me temo que hasta aquí puedo contar al respecto. Respeto total y culto inmediato hacia la figura de Francisco Casavella, un autor a reivindicar desde cualquier plataforma donde la literatura sea protagonista, Pluma Maestra sin ningún tipo de duda.-