Pocos tipos dentro de la gran
industria cinematográfica me han caído tan sumamente bien pese a considerarlo
desde siempre un actor más bien mediocre (Sorry, Bob! No me lo tengas en
cuenta). Repasando su filmografía, de entre las que le he visto (que son bastantes
más de las que recordaba así a bote pronto) y evitando resaltar quizá las más
famosas −cosas de la memoria selectiva particular de cada persona− me quedo por
este orden, un trío va bien, con: ‘Las aventuras de Jeremiah Johnson’ (1972), ‘Todos los hombres
del presidente’ (1976) y ‘Brubaker’ (1980).
Un clásico entre los clásicos, la posteridad le reserva un merecido lugar de privilegio entre los grandes, no me cabe ninguna duda. DEP.