«El otoño se acercaba con más
calor del que nos había traído el verano: un calor desagradable, bochornoso y
abrasador que no te permitía estar seco ni un momento. Al menos yo recuerdo que
siempre estaba empapado en sudor. Era septiembre y yo alumno de la facultad, un
estudiante universitario que chorreaba sudor, algo que no parecía importar,
pues lo primero que aprendí fue que en la universidad estaba tan marginado como
lo había estado en el instituto, solo que aquí, en lugar de pegarme y meterse
conmigo, simplemente me ignoraban. El primer día me habría resultado un poco
más fácil de haber visitado el campus de antemano. Así habría tenido alguna
idea de donde estaban los edificios, pero no, me mantuve alejado, leyendo y
pensando. Estaba seguro de que esta última actividad acabaría siendo mi
perdición. Perdición suena un poco melodramático, incluso engreído, y sin duda
romántico, como si creyera ocupar cierta posición social o esperara alcanzarla,
pero el hecho es que creía que pensar, o al menos pensar demasiado, no me
traería nada bueno, ni nada de nada, de hecho. A lo mejor no estoy hablando
tanto de pensar como de cavilar o reflexionar o discurrir, o como demonios se
llame lo que estoy haciendo en este mismo momento.
Decidí probar con un curso de nivel superior titulado Filosofía del Absurdo, que impartía un tipo llamado Percival Everett».
Decidí probar con un curso de nivel superior titulado Filosofía del Absurdo, que impartía un tipo llamado Percival Everett».
Publicado por Blackie Books. Primera edición: enero de 2012. Traducción de Damià Alou. Título original: I Am Not Sidney Poitier. Premio: Believer (2010). 288 páginas.