«Tristane devoraba los clásicos con el
objetivo de constituir un embrión de cultura. El punto en común entre Villon,
Chénier, Diderot, Balzac, Stendhal, Hugo, Zola, Proust, Cocteau, Aragon,
etcétera, era París. Ya fuera para denigrarla o para ensalzarla, París era la
Jerusalén de las letras francesas. Incluso si transcurría en otra parte,
cualquier historia debía tener París como punto neurálgico.
Vivía en un cuartucho microscópico situado en la calle Jean-Jacques Rousseau. Esta dirección era un elemento más que afianzaba la elección de París. No era ni bonita ni confortable. ¿Y qué? Se sentía en su casa. Poder vivir a su ritmo significaba poder leer a su ritmo: descubrió la embriaguez de leer desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta la mañana.
En casa de sus padres, si la sorprendían leyendo durante el día, le soltaban una reflexión como que el ocio se reservaba a la noche. Y si la sorprendían leyendo por la noche, su madre decía:
- ¡Tú siempre vas a la tuya!
Ir a la suya consistía en disfrutar al margen de los demás. Era una forma de desprecio, estaba mal. Pero a Tristane le costaba encajar aquella acusación, porque la actividad principal de los demás consistía en ver la televisión. No entendía en qué podía molestar su deserción.»
Vivía en un cuartucho microscópico situado en la calle Jean-Jacques Rousseau. Esta dirección era un elemento más que afianzaba la elección de París. No era ni bonita ni confortable. ¿Y qué? Se sentía en su casa. Poder vivir a su ritmo significaba poder leer a su ritmo: descubrió la embriaguez de leer desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta la mañana.
En casa de sus padres, si la sorprendían leyendo durante el día, le soltaban una reflexión como que el ocio se reservaba a la noche. Y si la sorprendían leyendo por la noche, su madre decía:
- ¡Tú siempre vas a la tuya!
Ir a la suya consistía en disfrutar al margen de los demás. Era una forma de desprecio, estaba mal. Pero a Tristane le costaba encajar aquella acusación, porque la actividad principal de los demás consistía en ver la televisión. No entendía en qué podía molestar su deserción.»
Publicado por Editorial Anagrama. Primera edición: febrero de 2025. Título original: Le Livre des sœurs, (2022). Traducción de Sergi Pàmies. 170 páginas.