«A menudo no me sentía cómodo en
su presencia, especialmente al principio de nuestra relación. Muy pronto me
convencí de que sus reacciones no eran iguales a las de la mayoría de las
mujeres. Para hacerla reír, por ejemplo, no hacían falta las mismas cosas que
divertían a las demás; si quería que manifestara algún sentimiento, primero debía
encontrar el procedimiento adecuado, que no se pareciera al habitual. Y en la complicada reconstrucción de ese
mundo emocional en que transcurría mi intimidad con ella, invertí mucho tiempo
y muchos esfuerzos. Pero ahora, por fin, tenía una existencia verdadera, no una
vida a medias como hasta entonces, compuesta de recuerdos, lamentos,
presentimientos y una confusa esperanza.»
Publicado por Acantilado. Primera edición: febrero de 2015. Traducción de María García Barris. Título original: Призрак Александра Вольфа (1947). Páginas: 150.