jueves, 15 de julio de 2021

Perro come perro – Edward Bunker

 

“Solo en su habitación del piso once del Holiday Inn, Troy se quitó los zapatos y los calcetines. Era la primera vez desde que lo detuvieron que andaba descalzo sobre la moqueta, o sobre algo que no fuera el frío cemento. Apagó las luces, se sentó en la cama y hundió los dedos de los pies en la gruesa y suave moqueta mientras la fría noche le daba en la cara. A través de la ventana abierta contemplaba las colinas de San Francisco y la bahía a oscuras punteada por las luces de los barcos y las boyas. ¿Cómo se sentía al ser libre después de tanto tiempo encerrado en una jaula rodeado de hombres numerados? En cierto modo, se sentía menos diferente de lo que había imaginado. Le habían hablado de miedos extraños, de destellos de confusión y pánico. No sentía nada de eso pero sí cierta sensación de irrealidad. Miraba al mundo y lo veía distorsionado, como el arte abstracto de Dalí o Picasso.”