“El día que me llamó mamá para anunciarme que mi hermana se
había prometido, paseaba sin rumbo después del trabajo. Las farolas ya estaban
encendidas, hacía mucho frío y sonaba un silbido de lluvia en la placita del
tiovivo. Clothilde dormitaba en su banco con los lados del impermeable bien
apretados contra ella. A los árboles ya solo les quedaban hojas amarillas o
rojas que se llevarían las primeras ráfagas de viento y caerían a nuestros
pies. Algunos charcos, aquí y allá, testimonios de la lluvia, la de la víspera
o la del amanecer. Un decorado de luces y sombras.”