“A nadie le gustan las historias, sobre todo las buenas.
A nadie le gustan las historias, o sea, a menos que uno
forme parte de ellas. ¿Estáis familiarizados con ese tic expectante que aparece
en las caras de la gente cuando uno les cuenta una historia?
¿Cuándo salgo yo?, están pensando. ¿Cuándo llega mi parte?
Tal vez no fue siempre así. Tal vez cuando los hombres de
Cromagnon se sentaban alrededor de la fogata de cocinar y se aterraban los unos
a los otros con historias sobre tigres dientes de sable, o incluso sobre
abductores de seres humanos llenos de pústulas que rondaban por la oscuridad
exterior, los oyentes tenían en mente lo contrario: por favor, por favor, por
favor, panteón de deidades animistas locales, por favor no dejes que esa
historia se acerque a mí.
Pero ahora todo es muy distinto.
Deben ser los videojuegos.”