“Sin
embargo, a Clarissa la arritaba llevar este monstruo brutal agitándose en su
interior, la irritaba oír el sonido de las ramas quebrándose, y sentir sus
cascos hincándose en las profundidades de aquel bosque de suelo cubierto por
las hojas, el alma. No podía estar en momento alguno totalmente tranquila o
totalmente segura, debido a que en cualquier instante el monstruo podía
atacarla con su odio que, de manera especial después de su última enfermedad,
tenía el poder de provocarle la sensación de ser rasgada, de dolor en la espina
dorsal. Le producía dolor físico, y era causa de que todo su placer en la
belleza, en la amistad, en sentirse bien, en ser amada y en convertir su hogar
en un sitio delicioso, se balanceara, temblara y se inclinara, como si
realmente hubiera un monstruo royendo las raíces, como si la amplia gama de
satisfacciones solo fuera egoísmo. ¡Cuánto odio!”
La
señora Dalloway
Virginia
Woolf
Krustapunte/o:
¡Cuánto tedio, Mrs. Woolf! Las gentes ilustradas comparan ésta, su novela, con
el “Ulises” de Joyce (un día en la vida de Clarissa Dalloway + la peña que la
rodea en Londres vs. un día en la vida de Leopold Bloom + la peña que lo rodea
en Dublín). La suya, que es la que nos ocupa Mrs. Woolf, es más comprensible
que la otra pero resulta igual de extremadamente aburrida en mi humilde opinión
(la cosa empieza con Mrs. Dalloway saliendo a comprar flores para la fiesta que
dará esa misma noche… y acaba con los invitados abandonando el sarao) ambas
comparten una indudable lección de Arte Narrativo (¡miren que fragmento más
majo les he seleccionado!), también en cuanto a sesudos recursos estilísticos
empleados en su construcción –eso sería de imbéciles negárselo tanto a la
británica como al irlandés- pero también, –AMBAS2-, producen un insoportable
sopor en lo referente al goce como lector, a su comprensión como ídem, a esa
asquerosa sensación que uno tiene al sentirse incapacitado para ensalzar esta clase
de novelas –Clásicos del siglo XX, ¡oigan!- como la mayoría de esas gentes
ilustradas que encabezan este apunte; aunque tampoco mediatizado por el esnobismo
zapatero con el que se calza esa misma peña, que todo hay que decirlo… y punto,
bueno, guión, dos ariscos asteriscos y final también.-
*La
imagen corresponde a “Mrs. Dalloway” – Marleen Gorris (1997), adaptación
cinematográfica de la novela que no he tenido la oportunidad de ver…
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Valoración Personal: 5 sobre 10