lunes, 11 de abril de 2016

Magnetismo narrativo

“Cierro los ojos y aún puedo ver cómo me llevabas de la mano a través de este largo pasillo, el mismo por el que ahora circulan corrientes de aire entre sus paredes desconchadas y las lagartijas que se cuelan por las ventanas mal cerradas. Recuerdo que anochecía y, cuando llegamos a la otra zona de la casa, donde tú habitabas, me pediste que esperara un instante. Había tanta oscuridad que tuviste que adelantarte a encender una lámpara. Entramos en tu estudio. Los postigos entreabiertos dejaban filtrar las últimas luces del día. Una vez en el interior de aquella habitación que era sólo tuya, sentí que el aire no era sólo aire, sino que a él se unía algo más, algo que no podía verse, pero que yo sentía en mi piel, como una densidad fría que me rozaba y envolvía. No tuviste que darme muchas explicaciones. Yo ya sabía coger el péndulo perfectamente. Te había visto practicar tantas veces…”


El Sur seguido de Bene
Adelaida García Morales