
Truffaut estructura su trabajo en base a una construcción en formato de entrevista que Alfred acepta, a saber: las circunstancias que rodearon la aparición de cada película, la construcción y elaboración de los excelsos guiones utilizados, los problemas puntuales que surgieron en la puesta en escena de cada trabajo, y la opinión personal del autor sobre el resultado comercial y artístico con respecto a sus ilusiones iniciales depositadas en todos y cada uno de sus proyectos. Se permite la improvisación, claro.
A partir de esta premisa consensuada, el río de la conversación se desdobla en múltiples meandros que nos hacen de esta lectura un magnífico ejercicio de conocimiento integral de muchas cosas relacionadas con el mundo del cine, las letras, la pintura, la música, la vida en su máxima expresión: el arte.
El autor, un enamorado de la lectura, y entrenado como crítico de la prestigiosa revista Cahiers du Cinéma, consigue llegar a los rincones mas inaccesibles de Hitchcock, desde el anecdótico al divertido, desde el más sincero al autocrítico, y consigue arrancarle momentos realmente antológicos de emotividad y vulnerabilidad… el hombre que ha conseguido filmar el miedo como nadie se nos revela a su vez como el más miedoso de los (in)mortales.
Me resultaría imposible, ni siquiera intentarlo, centrarme en la multitud de sensaciones que uno siente al leer esta joya, es posiblemente uno de los libros a los que le tengo más cariño, quizás porque aúna como ninguno dos de mis grandes pasiones en esta vida, así se conserva el pobre, marcado con señales por todos lados, desde el nervioso trazo impetuoso del adolescente alocado a la línea marcada por el adulto más experimentado en la búsqueda de frases que todavía consiguen emocionarme por su calidad. Vais a experimentar, los que aún no lo hayáis leído o decidáis seguir este humilde consejo, un goce cercano al que debió sentir el propio Hitchcock al dirigir sus grandiosas películas, un completísimo compendio de toda la trayectoria de este Sir, en una edición meticulosamente cuidada, con datos “olvidados” añadidos al final de la obra, una preciosa introducción de Truffaut, y una muy interesante colección de fotografías situadas en su parte central, que ayudan a tomar aire en los momentos necesarios.
Decía Bergman, en una opinión muy personal, que el cine no es inferior a la literatura, yo creo que son disciplinas complementarias, en todo caso Hitchcock estaría encuadrado en el grupo de autores comprometidos e inconformistas que formarían algunos escritores inmortales como Kafka, Dostoievsky o Poe… no en vano ahí tenemos el legado que nos dejó como herencia universal, una enorme cosecha de obras maestras, inmortales como esas novelas que transcienden los tiempos, y que hoy en día siguen descubriendo jóvenes de cualquier edad que se inician en su pasión por todo este mundo de sueños que es el cine, utilizando una hermosa sentencia de Jean Cocteau refiriéndose a Proust: “ Su obra continuaba viviendo como los relojes de pulsera de los soldados muertos”.-