“Tuve que irme del colegio a los
11 años. Las ricas entraban por otra puerta y llevaban otro uniforme azul. No
nos juntaban ni en el recreo. Un día le pregunté a mi madre por qué éramos
pobres. Me dijo: esto se hereda, hija, igual que lo otro. Ser rico se hereda y
ser pobre también”.
La pobreza nunca estuvo reñida con la grandeza, esa otra hay que trabajársela cada simple día de una vida entera… y no todo el mundo consigue alcanzarla. Que la tierra te sea leve, Marisa.