“Al principio la nieve caía en
trocitos compactos, trocitos blancos de hielo en rachas oblicuas que le
acribillaban la cara mientras levantaba el hacha, golpeaba, la volvía a
levantar, y hacía astillas bajo los alfileres helados que disparaba el cielo.
Se le colaban por el escote y se le deshacían en el pecho. El pelo le llegaba a
los hombros, abundante, en rizos sueltos, rebeldes, desde las sienes hasta el
cuello, y los trocitos de nieve se acumulaban en la maraña. El abrigo, herencia
de su abuela, era negro implacable, sobrio, de lana raída tras décadas de
invierno inclemente y polillas en verano. No tenía botones y le llegaba hasta
debajo de las rodillas, más largo que el vestido, pero se abría y no la estorbaba
para manejar el hacha. Ree daba hachazos certeros y enérgicos, cortos y
contundentes. Las virutas volaban, los troncos se partían, el montón de
astillas aumentaba. Empezó a moquear, la sangre se le acumulaba en la cara y le
teñía las mejillas de rosa. Se apretó con dos dedos el caballete de la nariz,
se sonó apuntando al suelo, se pasó la manga por la cara y cogió el hacha de
nuevo.”
Publicado por Alba Editorial. Primera edición: febrero de 2013. Traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera. 216 páginas. Título original: Winter’s Bone (2006). Adaptación al cine: “Winter’s Bone” – Debra Granik (2010).