jueves, 20 de mayo de 2021

Páradais – Fernanda Melchor

 

“¿Así era como pensaba conquistarla? Ni aunque la pinche vieja le abriera la puerta en pelotas, como él fantaseaba, ni aunque ella misma le rogara que le metiera la ñonga, ni así sabría el muy pendejo por dónde empezar, no sólo porque era obvio que en su puta vida había tenido enfrente la raja viscosa de una mujer dispuesta, sino porque carecía de los huevos necesarios para acercarse a las hembras y domarlas, someterlas, abrirlas de piernas; huevos para tomar cartas en el asunto y no pasarse la vida entera nomás babeando y suspirando como lelo, como el chamaco cagón y puñetero que era. Polo le seguía la corriente, por eso asentía a todo lo que el marrano decía, por absurdo o descabellado que fuera; él qué chingados iba a saber de lo que el chamaco loco sería capaz de hacer con tal de enchufarse a la vieja. ¿Quién podía pensar que hablaba en serio?”