“El primer invierno fue cálido. Teníamos vino tinto,
calefacción central y una chimenea que nunca encendíamos. El piso estaba lleno
de luz, lleno de suelos. Teníamos un edredón de matrimonio. Y nos teníamos el
uno al otro. Fíjate que afortunados somos, nos decíamos, embargados por aquel
delicioso sentimiento de improbabilidad. Por las tardes, cuando volvíamos a
casa, todas nuestras palabras, nuestros brillantes pensamientos, se extendían
por el apartamento y llegaban hasta el techo, nos bastaba con tumbarnos y
estirarnos otro poco, teníamos la mirada, el futuro y una idea del todo.”
Krustcomment: Huyendo del rollete navideño, lo empecé a leer
en los estertores de 2018 y lo he acabado hoy con los albores de este nuevo año
2019, el de Blade Runner. Recomendable esta obsesiva historia sobre una
peculiar pareja, mucho más densa e insondable de lo que su fluida escritura pueda
dar a entender; esta novela ganó el Premio de Literatura de la Unión Europea,
creo que en 2014 (aquí publicada por Nórdica en 2017 en una excelente edición
que he pillado en la Biblioteca) y ha consagrado a su autora como una de las
escribanas más prometedoras de todo el continente. Salvando las distancias
argumentales, el relato concienzudo de una pareja X, me ha recordado a la
reciente “Aprendre a parlar amb les plantes” de la catalana Marta Orriols (ahora
publicada también en castellano: “Aprender a hablar con las plantas”) que ha
sido una de las lecturas que han copado mi Top 5 del 2018, vaya que, sin
desmerecer al perdón, esta última me ha gustado más pero si tienen la
oportunidad de leer ambas-2 igual ustedes alcancen a entender lo que quiero
expresar en estas cuatro líneas. Aquí lo dejo, salud y buenas letras…