“Por lo general,
las personas no muestran lo terribles que son. Pero son como una vaca pastando
tranquila que, de repente, levanta la cola y descarga un latigazo sobre el
tábano. Basta que se dé la ocasión para que muestren su horrenda naturaleza.
Recuerdo que se me llegaba a erizar el cabello de terror al pensar en que este
carácter innato es una condición esencial para que el ser humano sobreviva. Al
pensarlo, perdía cualquier esperanza sobre la humanidad.
Siempre me había
dado miedo la gente y, debido a mi falta de confianza en mi habilidad de hablar
o actuar como un ser humano, mantuve mis agonías solitarias encerradas en el
pecho y mi melancolía e inquietud ocultas tras un ingenuo optimismo. Y con el
tiempo me fui perfeccionando en mi papel de extraño bufón.”