“Me
gustaría que durante la lectura de este libro prestasen atención a las
historias de la gente. Antes de eso quisiera que imaginaran lo siguiente: es 20
de marzo de 1995. Lunes. Una mañana agradable y despejada de principios de
primavera. El viento aún es fresco y la gente sale a la calle con abrigo. Ayer
fue domingo. Mañana se celebra el equinoccio de la primavera, es decir, es un
día laborable en mitad de un puente. A mucha gente le hubiera gustado tomárselo
libre, pero por desgracia sus circunstancias se lo han impedido. Así que usted
se ha despertado a la misma hora de siempre, se ha lavado la cara, ha
desayunado, se ha vestido y se dirige a la estación del metro. Se sube a un
tren lleno, como de costumbre; se dirige a su puesto de trabajo. Una mañana
como muchas otras. Nada especial. Uno de esos días imposibles de diferenciar en
el transcurso de una vida, calcado a muchos otros, hasta que cinco hombres
clavan la punta afilada de sus paraguas en unos paquetes de plástico que
contienen un líquido extraño…”
Underground
Haruki
Murakami
…
el líquido extraño que contenían esos paquetes era gas sarín. Los cinco hombres
(cinco ataques coordinados en cinco líneas de metro diferentes) que pincharon
sus paraguas en esas bolsas de plástico envueltas en papel de periódico eran
una banda de iluminados de la secta Aum Shinrikyo (traducido vendría a ser algo
así como Verdad Suprema, pero pinchen el enlace y flípenlo). 13 muertos. 50
heridos graves. 6000 intoxicados, crónicos de por vida algunos de ellos…
Ayer
fue Tokio, hoy París, ¿dónde será mañana?; esto del terrorismo en nombre de
vete a saber qué no dejará nunca de sorprenderme y más si tenemos en cuenta lo
sencillo que es encontrar el Paraíso Particular de cada uno de nosotros en
cosas tan simples como, yo qué sé: un sofá, una manta, un café, un buen libro y
dos manos que lo sostengan. Dentro del Paraíso Colectivo que significa habitar
esta Tierra deberíamos pensar que igual que hemos sido capaces de engendrar
estos monstruos también se nos supone el valor de ser capaces de eliminarlos,
al fin y al cabo el grotesco espectáculo de la Vida… debe continuar.-