Dicen que
en París los van a retirar en breve por contaminación ambiental. En el puente
Carlos de Praga ya lo están haciendo: unos 40 kilos de amor eterno van a parar
a la basura cada quince días. En el puente Milvio de Roma ya no cabe ni un amorcito
más… Otras grandes ciudades se supone que se desapuntarán de esta moda en
breve. Por lo visto, todo empezó con la novela “Tengo ganas de ti” de Federico
Moccia, no la he leído, no, ni ganas.
Una plaga
de candados que poco a poco va conquistando el espacio físico e histórico de
los puentes, siempre cerca de un río para que los amantes puedan tirar las
llaves al eterno discurrir de las aguas; encadenados unos a otros en plena
orgía… de amor fluvial, dicen también.-