Siempre esperando la última ola, mamá Naturaleza os la ha enviado para recordaros que por muy bien preparados que estéis para desafiarla ella siempre será más fuerte. No es un ataque, tan solo una defensa contra todo un mundo que se empeña en aniquilarla. Nada nuevo bajo el sol naciente, ahora pilláis vosotros y mañana seremos nosotros, mientras ellos, los países árabes, siguen con sus movidas, y en Sudamérica todavía existen tiranos que amordazan al pueblo para que no se escuche su grito libertario…
En esta sociedad ultramoderna y tecnológica, sin respeto hacia lo tradicional y lo ideológico sin tecnicismos, el último flash de una minicámara nipona congela el instante de la tragedia in live, a la mayor gloria del Gran Hermano televisivo, mientras el atleta Richter para el crono en 8,9 superando el peor terremoto de su historia.
El tsunami que se elevó hasta los diez metros es una marca menor, total la costa nordeste del archipiélago, la ciudad de Sendai o la provincia de Miyagi todavía quedan a 380 kilómetros al norte de Tokio, y las pérdidas humanas son relativamente pocas, peña que se ganaba la vida pescando en el mar o que vivían en casas prefabricadas de madera junto a una costa siempre en riesgo de petardeo sísmico.
Mientras el primer ministro, un tal Naoto Kan, que se encontraba en plena sesión simiesca parlamentaria junto a otros especímenes político polí-micos se agarraban como posesos a sus butacas, que se agitaban como las de una atracción barata en la feria decadente de las vanidades, mientras alguna réplica light hacía bambolear las grandes lámparas del bunker hemiciclo… no interrumpieron la sesión, se sienten coño!, para flipar el documento filmado; clama por la salvación del país a nivel económico, no tío, lo primero es salvar a las personas afectadas y evitar la posible fuga radiactiva en Fukushima, con radiación mil veces superior a la normal.
Força Japón!!!
Katsushika Hokusai, pintor ancestral, muestra su talento mientras el mar de fondo se desgrana en música tradicional japonesa.