jueves, 9 de mayo de 2019

Los asquerosos – Santiago Lorenzo



     “Los niños habían establecido el lloriqueo como forma estándar de relación con sus mayores. El chantaje del berrinche era su forma animalesca de decir las cosas. Unos lloricas, en fin, unos moñarros, con el llanto como vía básica de comunicación. Unos débiles de ánimo y unos extorsionadores bobalicones con el moco y el alarido siempre a punto para la consecución de sus demandas.
     Eran niños plañidera. No les pasaba nada, pero sabían que tenían que llorar para cobrar. Eran cachorros sobreprotegidos que necesitaban ayuda para todo y que sólo sabían hablar a base de sollozos. Cafres a gritos, a ver quién hacía más Fosbury sobre la cota de decibelios. A Manuel le tenían los oídos tan perforados que le podían haber puesto pendientes hasta en los cojones.”