martes, 11 de enero de 2011

Muerte de un ciclista


Recién destapada la “Operación Galgo”, y en plena investigación de los imputados, el tema entra en su momento más tétrico con la aparición del cadáver del ciclista Alberto León en el domicilio de su hermano en San Lorenzo de El Escorial (Madrid), donde residía desde que su mujer le pidiera el divorcio hace poco tiempo, y donde sumido en una profunda depresión se suicidó ayer colgándose de una viga, tenía 37 años y aún no había alcanzado el Tourmalet de su existencia…
Esto no es un capítulo más de CSI, sino la más pura y dura realidad, un testimonio importante que ya no podrá declarar, algún hijo de puta supongo yo que se alegrará de que no puedan salpicarlo con más mierda, sobretodo, y supuestamente claro, Manuel Pascua para el que por lo visto trabajaba Alberto como correo, o vulgarmente camello, en toda esta historia del dopaje de deportistas de élite, no olvidemos que hay 14 imputados de momento, entre ellos, y por citar alguno: Marta Domínguez, campeona del mundo en su especialidad atlética, 3.000 metros obstáculos, y considerada la mejor atleta española de todos los tiempos…
La historia del Galgo dopao actual viene de lejos, nos remontamos a 2006 con la “Operación Puerto” donde, por lo visto, Alberto ya hacía horas extras trabajando de camello para otro de los nombres implicados, el médico Eufemiano Fuentes (menudo elemento este, como para ponerse en manos de su ciencia), suministrando bolsas de sangre fresca a algunos ciclistas durante la competición; Dráculas a piñón fijo coronando las cumbres del Tour, del Giro, de la Vuelta a España, con solo un plato de spaguettis en el estómago. Ya llega el pelotón con un pelotazo del 15, señores!!!
Alberto, acusado de un delito contra la salud pública, parece ser (y digo que esto se supone porque lo he leído por ahí, aunque no hay pruebas de que así sea) que escondía en su habitación de San Lorenzo de El Escorial, donde ha aparecido el cadáver, los productos dopantes bajo el colchón de su cama y almacenaba también bolsas de sangre, anabolizantes, esteroides, y material de laboratorio para la realización de transfusiones sanguíneas. ¿Están las pruebas bajo secreto de sumario?, ¿Quién dirige la investigación?, ¿El comisario Keith Richards?
El eslabón más débil de la cadena se ha roto, su vida y la de los suyos también, y como en todas las tramas relacionadas con el mundo de la droga a gran escala, los jueces hacen vista gorda y miran para otro lado sin aclarar los hechos, quizás dándose un tiempo muerto hasta que prescriban los delitos, y lo que es más importante, sin destapar el frasco donde se encierra el nombre de los peces gordos. Porca miseria.-