viernes, 31 de julio de 2009

Mirando al techo

No me ha acabado de gustar, aunque esta opinión supongo que es subjetiva porque me encanta este escritor y es posible que inconscientemente le hubiera puesto el listón demasiado alto para un tipo que ya tiene unos cuantos libros bien situados entre mis gustos personales, digamos que en otras disciplinas artísticas como el cine o la música suelo mirar hacia atrás mientras que en la literatura intento leer cosas contemporáneas y seguir creyendo en la evolución cultural de la especie, ¿se están escondiendo los genios tras la pluma?
August es un crítico literario neoyorquino que ha sobrepasado los setenta años, tiene una historia personal a sus espaldas que gira concéntricamente alrededor de su mujer, una cantante francesa, de la que se enamora como un pelele medio siglo antes y con la que acaba casándose a los 20 años; entre sus pantalones que en determinado momento buscan faldas diferentes se confabula la inevitable traición que suele suceder entre las parejas que se unen tan jóvenes… ella le perdona y vuelven a juntarse tras una década de separación, ¿somos capaces de perdonar la infidelidad cuando los sentimientos hacia la persona que nos hirió están muy por encima de un desliz puntual?.
La hija que en cierto momento llega como tabla de salvación, con su propia historia a cuestas, y la nieta que siguiendo la estela trágica de la saga no le va a la zaga, aparecen en escena junto a sus respectivas parejas, ¿Qué es lo que pasa?, nada que no ocurra en las mejores familias, o sea muchas cosas.
Abuelo y nieta sufren de insomnio y para combatirlo se zampan cada noche una peli en DVD, y después se pasan horas diseccionando lo visto, hasta el más mínimo detalle, mientras alternan confidencias de sus respectivas vidas estirados en la cama de él, boca arriba, recreándose en las brumas de la oscuridad y esperando un alba de felicidad que no acaba de llegar…

Pues bien, resulta que esta historia es una trampa que Paul teje sobre el incauto lector, ya que el verdadero argumento del libro se desarrolla enfermizamente en la mente del viejo crítico, frustrado escritor, que inventa un mundo paralelo en su cerebro que le sirva de inspiración para su próximo escrito, en ese lugar no tan alejado de la realidad, los personajes que aparecen llegan a confundirse con los reales, lo cual me ha resultado desesperante ya que me parece que se mezclan demasiados personajes condensados en 200 páginas, y esos seres ficticios tienen una misión que cumplir, que les situará en una Norteamérica situado en el mismo espacio temporal que la actual pero envuelta en una delirante guerra civil ¿Qué sucede?, bueno, cuando lo leas ya te enterarás… o puede que no, depende de si eres una criatura real o un personaje creado en la caótica mente del convaleciente August, alter ego del maestro Paul me temo.-