“Acunada por el ritmo inexorable de las ruedas del tren,
Mary contempló el paisaje por la ventanilla. En uno de los maizales distinguió
un espantapájaros, dos bastones torcidos clavados en cruz, y debajo las
mazorcas de maíz putrefactas. El abrigo negruzco y raído ondeaba al viento,
vacío, sin substancia. Y a los pies del ridículo monigote se paseaban los
cuervos de un lado a otro, picoteando el suelo seco en busca de granos.”
Penguin Random House con traducción de Eugenia Vázquez
Nacarino – Epílogo de Mariana Enríquez – Ilustraciones de Mònica Bonet.