“Un escritor, dijo, es un tipo que se pone al borde del
abismo esperando que alguien se acerque y le pregunte qué mira tan fijamente.
Cuando eso ocurre, cuando el lector abre el libro, el escritor aprovecha la
distracción para empujarlo al vacío. No estoy de acuerdo, le dije. El escritor,
el bueno, solo mira su propio abismo. ¿Y qué te estoy diciendo yo?, respondió
enfadado, ¿ves cómo no has entendido nada?”
“¿Soy capaz de reconocer mi voz interna, la que me da la
impresión que oigo cuando leo en silencio?”