sábado, 19 de enero de 2019

Ordesa – Manuel Vilas


     “Me desperté de golpe, salía de un sueño muy pesado. Había tomado ansiolíticos para dormir. En su día llegué a tomarlos en cantidades alarmantes, y los mezclaba con alcohol. Fue en el año 2006 la primera vez que me dio por mezclarlos de una manera agresiva con el alcohol. Hubo una crisis matrimonial de por medio, porque yo tenía una amante. No era una amante cualquiera, era especial, o así lo viví yo entonces; tal vez fue algo que solo me ocurrió a mí, pues en el amor no basta con la confesión de parte, habría que encuestar a la otra persona. Las ganas de vivir siempre son confusas: comienzan con un estallido de alegría y acaban en un espectáculo de vulgaridad. Somos vulgares, y quién no reconozca su vulgaridad es aún más vulgar. El reconocimiento de la vulgaridad es el primer gesto de emancipación hacia lo extraordinario. Todas mis crisis matrimoniales, desde entonces, combinaron el alcohol y los ansiolíticos. Cuando los efectos del alcohol te abandonan, entras en estado de pánico; entonces te tomas una buena ración de ansiolíticos.
     En el fondo, el único gran enemigo del capitalismo, son las drogas.”