“Tecleo sólo unos cuantos minutos y luego me rindo y abro
otro documento y empiezo a escribir todo lo que me ha pasado en los últimos
meses, como si escribiera una novela, como si mi vida inverosímil pudiera ser
el material de una novela. Escribo sin culpa, sin vergüenza, como liberación, con
comezón. No escribo para pedir perdón, no escribo para justificarme, para dar
explicaciones, no es una confesión. Escribo porque en el fondo soy un cínico
que lo único que ha querido siempre es escribir una novela. A cualquier precio.
Una novela como las que a mí me gusta leer. Soy un cínico y si no me entrego a
la policía o si no me tiro por la ventana es porque no estoy dispuesto a
interrumpir la novela. Quiero llegar hasta el final. Cueste lo que cueste. Y
aunque exagere un poco (no hay comedia sin hipérbole), todo lo que cuento en mi
novela es verdad. No hay lugar para la ficción en mi novela. Puedo demostrarlo
todo, tengo pruebas. Todo es verdad. No voy a pedirle a nadie que me crea.”