martes, 29 de agosto de 2017

Smith Freak

Breve biografía del autor: Su padre nunca lo reconoció y su madre lo abandonó a los 9 años en una habitación de hotel junto a su hermana (el cocinero se apiadó y se hizo cargo de los críos), a los 20 años apedreó una comisaria buscando que lo detuvieran porque se moría de hambre y pensó que la cárcel sería una buena solución (pero le diagnosticaron paranoia y esquizofrenia por lo que fue recluido en un sanatorio… para amantes de lo curioso, el mismo donde posteriormente rodaron “Alguien voló sobre el nido del cuco”). Cuando pudo volar en libertad se estableció en San Francisco donde, convencido de su talento para la escritura, empezó a tocar todos los palos de la literatura: novelas, cuentos, poesía… hasta que consiguió hacerse un hueco entre los grandes de la contracultura, léase Dylan, Ginsberg o Leary, especialmente por sus trabajos en la década de los 60’. El éxito internacional le vino tan grande, tan grande fue el peso de la fama, que, como tantos otros escritores de la época, acabo alcoholizado e injustamente olvidado en su propio país a partir del linchamiento que recibió por parte de la ‘Crítica Especializada’, menuda panda de merluzos frustrados, a partir de sus obras publicadas en los 70’, de hecho en 1984, cuando contaba 49 años de edad, se voló la cabeza cuando nadie en los EE.UU se acordaba ya de él, aunque afortunadamente sigue siendo un escritor de culto en Europa -servidor lo acaba de descubrir como quien dice- y sobretodo en Japón, país por el que sentía una profunda devoción. Bueno, si les ha parecido un tipo raro espérense a conocer a C. Card el detective privado protagonista de la novela que nos ocupa, todo un buscavidas a tiempo completo, y no seré yo quien desembuche algo al respecto… ¡lean, lean!

Bueno, daremos alguna pista más: de entrada se nos presenta todo el pack básico de la novela negra al uso (polis, sicarios, buenos y malos, femme fatale, misterio, intriga…), mientras que de salida podrán apreciar que conforme se acerca el final de la historia (ya en antecedentes de todo lo ocurrido hasta el momento) cualquier The End surgido de la mente juguetona del autor les puede conducir hasta el delirio y la exclamación sin contener… Buaaaaah, tremendo delirio! fue la mía al cerrar la contraportada. El libro contiene hasta 80 (¿o son 79?) micro-capítulos condensados en sus escasas 200 páginas, todo (d)estilado en una prosa extremadamente sencilla, marca de la casa, digamos que podría leerse en 3 horitas o podrían dedicarle un terceto de días para degustarlo mejor, en fin, a gusto del consumidor. Otra premisa importante tiene que ver con el espacio geo-temporal, pónganse en situación porque todo sucede en un solo día, en un mismo lugar: San Francisco, 2 de enero de 1942… aunque también les prevengo que en algún momento viajarán mentalmente, desde los sueños despiertos de C. Card, hasta la antigua Babilonia: Nabucodonosor, 596 a.C… sí, entiendo que autor y personaje les sigan pareciendo tipos extraños.

Segundo acercamiento a la obra del inclasificable Brautigan tras haber leído con anterioridad “El monstruo de Hawkline: Un western gótico” (1974), que ambos no figuren entre sus mejores trabajos –según la ‘Maldita Crítica Especializada’, again- me llena de satisfacción, por la sencilla razón de que a mí ambas novelas me han parecido un notable divertimento, que miren por dónde era lo que buscaba en ese preciso momento. Aquí vuelvo a reencontrarme con un Brautigan en su estado más puro, siempre breve y conciso, directo a reventar el grano y eludiendo la paja descriptiva sobrecargada de polvo que en otras novelas del género puede llegar a conducir al aburrimiento. Un noir de qualité, deliciosamente descacharrante, por así decir. Babilonia in my mind.-