domingo, 5 de marzo de 2017

Orina en los pantalones


William Faulkner o Tennessee Williams siempre figurarán en el nivel más elevado entre los grandes hombres de la literatura del Sur (mujeres también ocuparon parte de ese espacio, por mucho que les joda a algunos puristas, piensen en Flannery O’Connor mismamente…), total que nadie con dos dedos de frente lectora sería capaz de cuestionarlo, pero si nos preguntásemos que otros nombres fueron capaces de seguir esa estela es más que probable que a poca gente les suene el nombre de Pete Dexter, servidor lo acaba de descubrir en 2017 casi treinta años después de la aparición de la excelente novela que aquí nos ocupa, 3ª de las que ha escrito –sí, creo que todavía está vivo- su autor hasta la fecha y ganadora del prestigioso National Book Award en 1988; intentaremos que no sea la última que tenga la oportunidad de leerle aunque seguro que no será nada fácil encontrar el resto de su obra: esta la encontré en una tienda de libros de 2ª mano al módico precio de 2€, pocas veces una inversión tan irrisoria supuso un triunfo tan contundente para un buscador de joyas literarias escondidas en las alforjas del tiempo…

Narrada desde el prisma caleidoscópico de una distante 3ª persona, la mirada ‘juiciosa’ de un autor que evita posicionarse a favor o en contra de cualquiera de sus protagonistas principales, la novela se divide en 9 partes centradas en algunos de los personajes que conforman la trama argumental que gravita, siempre o casi siempre, en torno a la figura de Paris Trout (un prestamista esquizofrénico que además regenta un negocio donde vende un poco de todo a la vez que compra el alma de todo aquel que se atreva a traspasar las puertas de su establecimiento, lectores incluidos… él tiene la 6ª parte aunque su sombra está presente en toda la novela); estos personajes principales, entre otros, son: Rosie (una adolescente de color de 14 años, en representación de su numerosa familia adoptiva, que tiene el ‘honor’ de abrir la historia en la 1ª parte, Caperucita negra y el zorro que la mordió…), Seagraves (el abogado de Trout e hilo conductor de casi todo lo que ocurrirá en el transcurso de la acción… para el son la 2ª y la 4ª parte, grandioso carácter), Hanna (la esposa de Trout, un personaje exquisito, nunca la olvidaré… para ella son la 3ª y la 9ª y última parte), Carl Bonner (otro de los abogados de la historia, el de Hanna, la juventud del pueblo en contraposición con la vieja escuela de la justicia que representa Seagraves, personalmente me cae como el culo, además lastra un pelín la narración, pero Dexter le regala las partes 5ª y 7ª…  te entiendo tío, pero ¡lástima, Pete!).

Localizada en Cotton Point (Georgia) en los primeros años 50’ del siglo pasado, un lugar pequeñajo que fue rico antes de la guerra y que ahora vive todos esos prejuicios raciales que ustedes pueden imaginar en su máxima expresión y que son el detonante de toda la historia que aquí sucederá, los cuales Dexter narra de manera sumamente adictiva desde ese principio tan de altos vuelos hasta que al final haga saltar por los aires, literalmente, toda la violencia contenida en el nudo de la trama. A pesar de algunos altibajos narrativos (posiblemente debidos a una traducción pelín defectuosa para la edición de Anagrama, encontré una docena de faltas graves de ortografía que sin embargo no distorsionan el núcleo de la narración…), me gustaría aplaudir fervorosamente la manera en que Dexter compagina los episodios violentos (duros a la manera de Donald Ray Pollock para quién lo conozca, o sea que póngales dos rombos a su sensibilidad lectora en algunas partes puntuales…) en contraste con los pasajes sensuales, de una ternura sobrecogedora y extremadamente sutil en lo que a la sexualidad se refiere (¡Bravo, Pete!), especialmente los localizados en la relación adúltera Hanna-Seagraves. En su conjunto, una lectura absorbente que no dejará indiferente a nadie, una novela de esas que consigue esculpir a golpe de martillo y cincel su pequeño nombre en la historia de la literatura del Sur… del profundo Sur.-