domingo, 19 de febrero de 2017

El gran sueño del paraíso – Sam Shepard

     “Detiene el coche al final de los depósitos de pienso de Coalinga y apaga el motor. La enorme llanura de San Joaquín se extiende ante sus ojos, pero no está en condiciones de apreciarla. No le impresiona y tampoco es capaz de valorar su importancia histórica, sólo siente desprecio. El aire ardiente apesta a ganado. El pulso le late en la base de la lengua seca y le arde la cabeza. La cabeza entera. Y luego está el teléfono, silencioso, abandonado sobre una cañería de cromo, bajo un globo azul claro de plástico que lo protege del sol rugiente. Su modernidad le asquea, le hace sentirse peor, más fuera de lugar. Más allá del teléfono, grupos de patéticos becerros se erigen encima de grandes montones oscuros de su propia mierda, a la espera de ser sacrificados. Vapores de calor se elevan de los montones que se cuecen bajo el sol como si estuvieran a punto de explotar y lanzar por el aire trozos de vaca descuartizada hasta la autopista. Más allá del ganado no hay nada. Absolutamente nada se mueve; todo está despejado hasta el horizonte gris, neblinoso.”

Extracto del relato: ‘Coalinga a medio camino’


Krustapunte: Conjunto de relatos breves, tantos como 18, de Sam Shepard, algunos de ellos excepcionales (‘Una pregunta injusta’ y el que da título a la obra ‘El gran sueño del paraíso’ son de 10; otros rayan a gran altura: ‘Coalinga a medio camino’ –fragmento escogido para este post-, ‘La puerta hacia las mujeres’, ‘Extranjeros’, ‘Viviendo según el cartel’ y ‘Los intereses de la compañía’). Shepard es, entre otras cosas, guionista de “Paris, Texas” una de mis películas preferidas de los 80’ y colaborador de gente como los Stones, Patti Smith y Bob Dylan, también es actor y ha ganado prestigiosos premios literarios como el Pulitzer y el Obie, también fue durante muchos años pareja de Jessica Lange que le presta la fotografía que ilustra la portada de este libro. La sombra de Carver es alargada y me alegra sobremanera encontrar a alguien capaz de seguir su estela literaria, seguiremos leyendo más cosas de este autor, seguro…

sábado, 11 de febrero de 2017

Big Brother – Lionel Shriver


“Por lo general, es en verano cuando Iowa alcanza lo que yo llamaría su verdadero esplendor: ese aire que huele a húmedo por la tierra revuelta, el maíz que crece día a día junto a la carretera y se aleja rápidamente hacia el horizonte alternando con los campos de soja, más azules. Yo asociaba esa época del año con los momentos más felices de mi infancia, el ritual de despacharnos a Edison y a mí a visitar a nuestros abuelos paternos, con los que pasábamos un largo mes. (Los meses de julio en Iowa se me habían quedado tan grabados, que mi primera experiencia invernal en ese estado fue un shock. Antes de mudarme aquí, imaginaba el Medio Oeste como un lugar en el que siempre hacía calor y todo estaba verde y en flor.) Los recuerdos que mi hermano tenía de esos veranos no eran tan bucólicos como los míos, y cuando creció, empezó a quedarse en Los Ángeles, donde frecuentaba compulsivamente los clubs de jazz y practicaba el piano. Pero a mí me encantaba echar una mano a los abuelos en la granja. Como desde muy pequeña disfruté del trabajo físico, me hacía muy feliz dar de comer a los pocos cerdos que tenían, y también quitaba la suciedad del granero y cosechaba las judías verdes bajo un sol de justicia.”

jueves, 2 de febrero de 2017

Las hermanas Makioka – Junichiro Tanizaki


“La caza de las luciérnagas no tenía nada del esplendor de una excursión para contemplar los cerezos en flor. Tenebrosa, soñadora, quizá -¿quién lo podía decir?- . Quizá algo del mundo de la infancia, con el mundo de un cuento de hadas en ella. Algo que no se podía pintar, pero sí musicar, cuyo tono podía ser interpretado al piano o al koto. Y mientras yacía con los ojos cerrados, las luciérnagas abajo, a lo largo del río, durante toda la noche, lanzaban sus destellos, silenciosas, innumerables. Sachiko sintió en su interior una oleada, como si se uniera con ellas, remontándose y descendiendo hasta la superficie del agua, cortando su propia e incierta estela de luz.”