“Llegó julio, y
con él, la transparencia del verano. La luz de Cuba reproduce con nitidez todas
las imágenes de lo que en realidad soy, eso que he guardado para mí. Cuando
quiero disimular un sentimiento, un gesto o un ademán agridulce que viene con los
recuerdos, la luz natural hace explicito el paisaje interior y te desnuda en
plena calle, a pleno sol. La irradiación te levanta el vestido y te posee. Aquí
no se puede esconder nada, ni de ti, ni del otro; la transparente iluminación
de esta isla retoza con los secretos y los vence.
El verde olivo
constante y el rojo canela, el amarillo profundo, los anaranjados humeantes
sobre la gama de azules, el blanco escarlata y violáceo de las nubes sangra al
atardecer, resistiendo gota a gota el último momento del fatigoso y ardiente
día, definiendo la pátina sentimental de un país que grita lo que siente.”