miércoles, 16 de noviembre de 2016

Niebla en el puente de Tolbiac – Léo Malet

“Ahora ya era casi completamente de noche. Una niebla ligera aureolaba el paisaje. Del extremo de las ramas y de los aleros, donde se habían acumulado a la espera de una víctima, caían gotas heladas. Los transeúntes se apresuraban, con la nariz inclinada hacia el pecho, como avergonzados. De hecho en trecho, pisándoles terreno a las farolas, un bar proyectaba a todo lo ancho de la acera una zona luminosa, cálida de olor a alcohol y música de pianola.
Con la pipa en el pico y las manos hundidas en los bolsillos de la abrigada pelliza, experimentaba una extraña sensación voluptuosa –junto con un amago de mal sabor de boca- al pisar con mis pies, cómodamente calzados con zapatos resistentes a la lluvia y de suela gruesa, aquel asfalto por el que tanto había arrastrado la miseria en alpargatas.”