domingo, 16 de octubre de 2016

El canto de las tortugas - Javier Tomeo

17 de mayo

     “Cada día, cuando se hace de noche, las ovejas de la colina regresan al pueblo y pasan precisamente por delante de mi casa. El pueblo se llena entonces de ruido de esquilas y de balidos. Cuando llegan al centro de la plaza el pastor se desentiende del rebaño y cada oveja sabe encontrar por sí misma el camino de su corral.
     Esta tarde me asomé a la ventana en el preciso instante en el que la oveja taciturna pasaba por delante de mi casa. Levantó la cabeza y al verme se detuvo un instante y baló tristemente.
     -Conozco tu secreto –le dije desde arriba-. Sé que en tu esquila no cuelga ningún badajo pero no pienso decírselo a nadie.
     Mañana me sentaré a la puerta de casa y las veré pasar a todas, desde la primera hasta la última. Y cuando pase la oveja negra le diré que he estado pensando en lo que me dijo el otro día y que he llegado a la conclusión de que en este mundo no puede haber ningún río que permita a las ovejas negras convertirse en blancas.
     Esta noche –ahora son ya algo más de la una de la madrugada- no se ha presentado Roque. Desde la ventana veo brillar en el cielo una luna pequeña y dura. Reconozco que sin la compañía de ese gato todo me parece más difícil.
     Los hombres solitarios necesitamos a los gatos. No estoy seguro, sin embargo, de que los gatos solitarios necesiten a los hombres. Sobre todo cuando brilla la luna.”