jueves, 22 de septiembre de 2016

El maestro Juan Martínez que estaba allí – Manuel Chaves Nogales


“¿Qué se sacaba con que aquellas cosas que tanto aprecian los vivos se pudriesen al sol? Aprendí entonces algo que después iba a ser ley general de vida; la de que un hombre que cae de un balazo en la lucha pasa a ser automáticamente como una pieza cobrada. El hombre, que mientras está vivo puede valer lo que se quiera, en cuanto le tumban vale lo mismo, exactamente lo mismo, que un zorro; vale, ni más ni menos, que lo que valga su piel, y si uno se alegra cuando se le presenta la ocasión de cobrar la piel de un buen zorro, ¿por qué no va a alegrarse también cuando puede cobrar un buen capote de paño? En aquel tiempo, aquello no era más que un negocio clandestino emprendido por unos cuantos tipos valientes y sin escrúpulos. Más adelante vi muchas veces cómo se mataba a un hombre, no por éstos o los otros ideales, no por defender la bandera de su patria o la de la revolución, sino por cobrar su piel, sencillamente porque llevaba encima un capote de paño en buen estado. Por lo mismo que se mata a los zorros.”