jueves, 24 de marzo de 2016

Fantomas paga la Fanta… y a su frikimal espanta


“De cómo el narrador de nuestra fascinante historia salió de su hotel en Bruselas, de las cosas que vio por la calle, y de lo que le pasó en la estación de ferrocarril.
La reunión de Bruselas del Tribunal Russell II había terminado a mediodía, y el narrador de nuestra fascinante historia tenía que regresar a su casa de París, donde lo esperaba un trabajo bárbaro, razón por la cual no tenía demasiadas ganas de volver; esto explicaba su tendencia a demorarse en los cafés, mirar a las chicas que paseaban por las plazas, y revolotear por todas partes como una mosca en vez de encaminarse a la estación.
Ya tendría tiempo en el tren para reflexionar sobre lo sucedido en esa dura semana de trabajo; por el momento sólo le había interesado cerrar los ojos del pensamiento y dedicarse a no hacer nada, cosa que según él merecía de sobra. Le encantaba la vagancia por una gran ciudad, deteniéndose en las vitrinas, tomándose un café o una cerveza cada tanto en lugares donde la gente hablaba de otras cosas y vivía de otra manera, y sobre todo mirando a las chicas belgas que como todas las demás chicas de este mundo eran especialmente mirables y admirables.”

Fantomas contra los vampiros multinacionales
Julio Cortázar



Rascas la corteza intelectual de Julio y te encuentras una rareza como esta especie de libro-cómic ensayístico que se lee de una gozosa sentada. Investigo un poco al respecto y encuentro esta estupenda reseña surcando el ciberespacio literario de internet (donde creo que se puede leer o descargar de conciencia en alguna bitácora); yo he leído la edición en papel de Destino (bastante malilla aunque con cierto encanto pulp todo hay que decirlo). Las ilustraciones que acompañan al texto de Cortázar son de Xavier Teixidó.-