sábado, 27 de febrero de 2016

Maneras de vivir (amar)

CHANTAL AUDOUIN

“Un hombre es un hombre. No hay hombres casados, ni hombres prohibidos. Nada de eso existe (es lo que le expliqué al doctor Lorrain cuando me internaron). Cuando se conoce a alguien, tanto da su estado civil. Y su condición sentimental. Los sentimientos son cambiantes y mortales. Como todas las cosas de este mundo. Los animales mueren. Las plantas. De uno a otro año, los ríos no son los mismos. Nada dura. La gente quiere creer lo contrario. Se pasan la vida recomponiendo los pedazos y a eso lo llaman matrimonio, felicidad o yo qué sé. A mí me traen sin cuidado esas tonterías. Pruebo suerte con quien me da la gana. No me da miedo salir trasquilada. De todas formas, no tengo nada que perder. No seré guapa toda la vida. El espejo ya se muestra cada vez menos amistoso.”


Felices los felices
Yasmina Reza

domingo, 21 de febrero de 2016

Umberto Eco (1932-2016)


“El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee”

sábado, 20 de febrero de 2016

Inspiración natural

“Déjeme que le cuente una historia, le digo. Una vez estuve internado en un hospital en Varsovia. Inmóvil, sin poder valerme de mi cuerpo, acompañado por otra melancólica serie de inválidos. Tedio, monotonía, introspección. Una larga sala blanca, una hilera de camas, era como estar en la cárcel. Había una sola ventana, al fondo. Uno de los enfermos, un tipo huesudo, afiebrado, consumido por el cáncer, un hijo de franceses llamado Guy, había tenido la suerte de caer cerca de ese agujero. Desde allí, incorporándose apenas, podía mirar hacia afuera, ver la calle. ¡Qué espectáculo! Una plaza, agua, palomas, gente que pasa. Otro mundo. Se aferraba con desesperación a ese lugar y nos contaba lo que veía. Era un privilegio. Lo detestábamos. Esperábamos, voy a ser franco, que se muriera para poder sustituirlo. Hacíamos cálculos. Por fin, murió. Después de complicadas maniobras y sobornos conseguí que me trasladaran a esa cama al final de la sala y pude ocupar su sitio. Bien, le digo a Renzi. Bien. Desde la ventana sólo se alcanzaba a ver un muro gris y un fragmento de cielo sucio. Yo también, por supuesto, empecé a contarles a los demás sobre la plaza y sobre las palomas y sobre el movimiento de la calle. ¿Por qué se ríe? Tiene gracia, me dice Renzi. Parece una versión polaca de la caverna de Platón. Cómo no, le digo, sirve para probar que en cualquier lado se pueden encontrar aventuras. ¿No le parece una hermosa lección práctica? Una fábula con moraleja, me dice él. Exacto, le digo.”


Respiración artificial
Ricardo Piglia

sábado, 13 de febrero de 2016

Palabras perpetuas

El escritor es una persona que encadena citas quitando las comillas.

Roland Barthes


Lógicamente, hoy no podía entrecomillar esta brillante frase que, por cierto, descubro de la mano de Pierre Lemaitre, que a su vez la toma prestada de Barthes, para encabezar “Irène”, estupenda novela negra dicho sea de paso también…

viernes, 12 de febrero de 2016

80/90


“Los años ochenta y los noventa, cada cual con su mito y su sustancia, su serie de TV y su monomanía: las drogas de los ochenta te tumbaban sobre un colchón despellejado, el jaco era mejor que follar, mejor que beber, mejor que bailar, e impedía que hicieras cualquiera de las tres cosas; las drogas de los noventa son vitaminas, no te duermen, te dopan, eres un caballo de carreras, eres mil veces más fuerte, no necesitas cucharas ni papel de aluminio, las píldoras caben en la yema de un dedo; las drogas de los ochenta eran tan vulgares, el aparejo de la goma, la aguja y la sangre, los yonquis sólo eran yonquis y por tanto una especie subhumana; los yonquis finiseculares son empresarios, directores de banco, estrellas de la TV, adoradores del sol, hetairas, danzarines, jugadores de fútbol, contratenores, chicas muy guapas que sólo quieren bailar y tomar drogas, suena la peor música del mundo, pero suena al compás de las embestidas del porno, ya nadie folla suave como en las melopeas de Pink Floyd, no se trata de darse besos sino de darse asco, el asco también es sexi, no es la unión del derviche y la ninfa, no hay incienso ni luces estroboscópicas ni rock sinfónico, se folla por competición, hay sexo de cinco minutos, y de tres horas con pausas para nuevas consumiciones, hay un instante, hay urgencia, hay que hacerlo todo esta noche, un juego de rol donde siempre gana el más cabrón.”

Los libros repentinos
Pablo Gutiérrez