sábado, 16 de enero de 2016

El libro de las mutaciones


La letra de esta canción bien pudo haber sido escrita por Rimbaud o por Baudelaire pero fue Bunbury quien la parió empieza a hacer ya muchos años… y la hizo inmortal. Esta versión revisitada está incluida en su último disco junto a Los Santos Inocentes, su banda de los últimos años, y otra serie de peña invitada a la función. Deléitense con esta poesía musicada de ayer y de hoy:

Y me he enredado siempre entre algas, maraña contra los dedos.  Cierras la madeja, con el fastidio del destino, y el mordisco lo dan otros; encías ensangrentadas y miradas de criminales. A grandes rasgos podrías ser tú. 

Echar el ancla a babor, y de un extremo la argolla y del otro tú corazón. Mientras tanto, te sangra. Y el mendigo siempre a tu lado, tu compañero de viaje. Cuando las estrellas se apaguen, tarde o temprano, también vendrás tú.

Duerme un poco más, los párpados no aguantan ya, luego están las decepciones cuando el cierzo no parece perdonar. Sirena, vuelve al mar, varada por la realidad. Sufrir de alucinaciones cuando el cielo no parece
escuchar...



Dedicarte un sueño, cerrar los ojos y sentir oscuridad inmensa, entregado a una luz, como un laberinto de incertidumbre esquivas la pesadilla. Y sobrevolar el cansancio y en un instante, en tierra otra vez.

El miedo a traspasar la frontera de los nombres, como un extraño. Dibuja la espiral de la derrota y oscurece tantos halagos, solo en la memoria que se va...

Y duerme un poco más, los párpados no aguantan ya, luego están las decepciones cuando el cierzo no parece perdonar. Sirena, vuelve al mar, varada por la realidad. Sufrir de alucinaciones cuando el cielo no parece escuchar…